Por Pablo Méndez
Leí El rey del agua y leí sobre El rey del agua. Sobre lo que leyeron otros de la tercera novela de Claudia Aboaf hay algo que resalta: la cualidad distópica del libro. Por supuesto es una característica de la novela, pero lo obvio siempre es una siesta demasiado inmaculada. La literatura de la novela, tautología necesaria (hay muchas novelas que notoriamente desconocen esa condición), lleva consigo una carga pesada: la búsqueda de un lenguaje imprescindible. La construcción, argumental y en un orden más minimal, la manufactura sintáctica, obedece a las obsesiones de una autora que desde sus primeros libros deja una prueba de sus claras intenciones narrativas.
La historia se enmaraña, con astucia, para que salga a flote la particular relación de dos hermanas, Andrea y Juana. Personajes que la autora ya utilizó en su libro Pichonas (Editorial Notanpüan, 2014): una macro historia instalada que supone seguirá desentrañando para estabilizar o desestabilizar ese vínculo. El Rey del agua comienza con la notificación de la muerte del padre de las hermanas, un ADN líquido en pugna, tironeado por el supremo dueño del agua (Tempe). Un Delta del Tigre surcado desde el aire por drones y un río con sus variables necesarias en un futuro cercano: agua clandestina, agua Eva, agua de diseño. Ese padre, ese cuerpo esparcido en partículas en el agua, ese recuerdo diferenciado en ambas hermanas, recrea lo sustancial. Las referencias fisgonean la realidad: las locaciones son extraídas de un mapa contemporáneo (El club de remos Canottieri, el arroyo Rama Negra, Punto Tigre) y el Apagón Nocturno un guiño a la cotidianidad.
Ese juego de propiedad sobre el agua, sobre la identidad ajena, no es mas que un anzuelo que nos transporta hacia no solo lo más oscuro de nuestra historia, también resume con contundencia lo medular: Muerden la costa, carniceros, me arrancan carne de la isla. En pocas palabras apropiarse define la identidad.
Los personajes periféricos que rodean a Andrea y a Juana resultan satélites que enfatizan los rasgos de las protagonistas. Participantes secundarios que moldean los bordes de sus sombras estelares.
Hay un contrapunto interesante: la tecnología que lucha por apoderarse del recurso básico. Lo complejo interviniendo, inmiscuyéndose en lo elemental, en lo simple, en lo puro. Juana trabaja en la network que oficia de canal para su idealismo, donde la tentadora web profunda es sinónimo de misterio y conspiración. Andrea se eclipsa en las relaciones con los otros, un panorama existencial que enriquece cada una de sus apariciones, una estrategia que hace mover sus piezas entre líneas con la naturalidad como mejor arma.
Claudia Aboaf crea un universo que no le es ajeno, inclusive se pasea por esos agujeros negros que sugieren un destino incierto. Conoce las exigencias de sus personajes en sus vidas paralelas, esas urgencias mentales que batallan en un mismo cuerpo, en este caso en dos mujeres que exploran sus dificultades y un padre que deja huella en un río que las define.
El Rey del agua (2016)
Autora: Claudia Aboaf
Editorial: Alfaguara
Género: novela
Gracias portu lúcida lectura Pablo!!