Por Pablo Méndez
Entonces sopla el viento no es una una película del realismo italiano o una española de la guerra civil, es un poemario que indaga lo cotidiano como un espectro de la experiencia. Adrián Agosta compone un poemario surtido, como si una línea imaginaria transitara por su vida y desplegara un abanico del crecimiento. Si existen las novelas de iniciación, este libro comprende esa cualidad desde el remoto recurso de la poesía. Recuerdos que se sostienen en el baho de una imagen: Un televisor, un padre/ una soda/ arriba de la mesa. O escalan en el reconocimiento del propio cuerpo que muta o se disloca: Es tan raro, sin embargo, estar vivo./ A veces soy un hombre a veces una mujer/ pero qué son esas cosas. También, el ritmo que invoca la poesía como suspensión del arte absoluto, con las escamas de la propia existencia:
Voy lento, me dijiste que voy
como suspendido, como fantasma perdido
que no llamo que no hablo que no amo
que en mi mirada siempre o casi
siempre hace frío
Poemas sin coordenadas que nos ubican en las laderas de la periferia, en la lejanía de los barrios perdidos: Ahora/ le presto atención a los perros/ que toman el agua de las zanjas/ o me conmuevo/ con los restos de una vieja bolsa/ temblando entre los alambres. El sexo como el despojo de lo que queda del alma, el purificador del humo del ser: Cogemos sí/ y casi siempre acabamos/ juntando las prendas sin mirarnos/ y con un poco de odio/ tal vez temor, quién sabe/ nos vestimos. La familia como extravío en los años en los que mas que crecer, el alma se tuerce horizontalmente:
Mamá deambula
hace meses
por la casa vacía
sostiene una placenta
de sábanas húmedas, un bollo
musitando una canción
con la mirada inmersa
estúpida
en la nada.
Sospecho que busca algo
que le falta:
yo.
Los calambres de la juventud, que adolece hasta la madurez. Los restos de alguien y su contexto, la geografía hundida en su interior, los vínculos rodeándolo en la espesura de sus acciones. Como bien dice Osvaldo Bossi en el epílogo: “(…) un libro totalmente atípico en el panorama de la joven poesía que se escribe por estos lares. mas que realismo sucio, el lirismo sucio”. No hay imprecisiones, ni devaneos con la contemporaneidad, es simplemente la forma única de un autor la palabra precisa; así como Pizarnik florecía en una melancolía única y absoluta, Entonces sopla el viento es un poemario que inspecciona las ruinas que el ojo se atreve a ver.
Entonces sopla el viento (2019)
Autor: Adrian Agosta
Editorial: Elemento Disruptivo
Género: poesía
Complemento circunstancial musical: