
Por Diego L. Garcia
Desde hace ya algunos años, la poesía de Juan Domingo Aguilar (Jaén, 1993), viene siendo una de las propuestas más interesantes de la literatura española actual. Ganador del Premio Facultad de poesía José Ángel Valente, este libro nos propone un cruce ensayístico-poético entre el poema y el cine.
“este poema podría ser
el guión de una película de autor”
El hecho de que el poema pueda ser otro texto, que esté proponiendo ya una huída de sí mismo, nos conduce a pensar en una escritura que no quiere contenerse sino desbordarse, tanto de las convenciones genéricas como de la voz que construye. Esta idea de obra se acerca a la de un artefacto programado para interferir en un discurso (o en dos, en este caso) que necesita cierta sacudida para producir alguna diferencia por fuera de la cinta en serie.
“este podría ser el capítulo de una comedia
su banda sonora canciones ochenteras
de una lista de reproducción
de spotify en modo aleatorio”
El interior de los poemas no es el de un pacto ficcional con la lírica. Las imágenes entran y salen del terreno escénico, definido aquí por una analogía filmográfica: van en busca de elementos trillados, adrede, y regresan en pos de un efecto de glitch. Lo que el lector ve/lee es un desenfoque capaz de generar impactos más ricos e inesperados. Incluso al trabajar con materiales del mainstream como Back to the future, I Robot o Titanic, la introducción de un yo sin titubeos para dejar filtrar sensaciones, expresiones simples y artificios de intimidad genera un extrañamiento singular. Leemos en “titanic”:
“temo tocar fondo
entender que solo uno de los dos
sobrevivirá al naufragio”
El fondo del poema es una doble experiencia: la que se ha ido desintegrando en capas y elementos de manera quirúrgica, esa que proviene de lo real, y la experiencia de la textualización que recurre a una nueva complejidad de los materiales. Allí aparecen los procedimientos poéticos, la música y la transformación de un modo de sentir. Ese tejido nuevo sí es el pacto estético que se pone en juego con un lector que participa como quien entra en la oscuridad de un cine para acomodarse frente a la pantalla. Participa, en sus múltiples sentidos, de “la libertad del cuerpo”, siguiendo a Barthes en su bellísimo ensayo “Salir del cine”. Este acto es la entrada a la posibilidad del asombro, al terreno del no-control, al erotismo y la incertidumbre. No hay garantías de confort, más bien se tratará para el lector de un proceso inquietante en el que las imágenes que trae del afuera quedarán expuestas a una demolición.
“escribir un poema es como un búnker
donde te sientes a salvo del miedo
al menos de ciertas conversaciones”
Hablamos de un pacto que también se desarrolla como enfrentamiento: el búnker y las “escenas eliminadas” (a las que igual accedemos), el drama del mundo, las “fotografías de gente muerta”, las “miradas proyectiles” que “atraviesan el pasillo”, y otras referencias que construyen una tensión de múltiples dicotomías. Cine y anticine, amor y guerra, familia y vacío, lo viejo y lo nuevo. De alguna manera, ello podría pensarse como una señal de alerta contra la banalización del acontecimiento artístico. El poema, en la obra de Aguilar, no gira en la rueda de hámster de lo pre-producido, de una lírica de bloques apilados; por el contrario, el traspaso de la pantalla a la vida es constante y constitutivo de este libro. El poema reorganiza el mundo. Está trenzado en el drama como fuerza de lucha real.
“que cada semana ve en la televisión reportajes
una joven de 16 años fue subastada
por facebook en sudán del sur
que cada hora lee historias reales
973 mujeres fueron asesinadas en españa desde enero de 2003”
Queda en quien abra este libro, rearmar la película a su modo. No es el cine, sino un Anticine lo que nos convoca esta vez; un reverso donde las apariencias ceden paso a las imágenes de una verdad o, mejor dicho, de una experiencia poética y crítica.
Juan Domingo Aguilar (Jaén, 1993). Ha sido director del grupo Viridiana Teatro. Coeditor de la revista La Novicia, sus poemas han sido traducidos al árabe y han aparecido en revistas como El Cultural, Círculo de Poesía, Anáfora, La Experiencia de la libertad, Nayagua y programas como Tres en la carretera, Radio3. Colabora con medios como Vallejo & Co, Oculta Lit y Revista Indie. Ha sido incluido en antologías como La Grieta (Finalista del V Premio UCOpoética, Bandaàparte Editores) y Caballo del alba: Voces de Granada para Federico (Diputación de Granada). Además ha antologado Algo se ha movido, 25 jóvenes poetas andaluces (Esdrújula Ediciones) y Piel Fina: poesía joven española (Ediciones Maremágnum). Ha publicado La chica de amarillo (Finalista del I Premio de Poesía Esdrújula), Nosotros, tierra de nadie (XXXIII Premio Andaluz de Poesía Villa de Peligros) y Anticine (Edual, 2022).
Diego L. García (Berazategui, Buenos Aires, 1983). Es Profesor en Letras, por la UNLP. Entre sus libros figuran Esa trampa de ver (Añosluz, 2016), Una voz hervida (Jámpster e-books, 2017, Chile), Una cuestión de diseño (Barnacle, 2018), (Fotografías) (Zindo & Gafuri, 2018; 2da ed. Liliputienses, 2020, España), Las calles nevadas (Barnacle, 2020) y Siluetas hablando porque sí (Casa Vacía, 2022, Estados Unidos). Forma parte de la antología de poesía latinoamericana País imaginario: escrituras y transtextos 1980-1992 (Ay del Seis, 2018, Madrid). Se publicó en Bolivia una selección de su obra titulada Modo Arcade (Electrodependiente, 2019). A
Anticine (2022)
Autor: Juan Domingo Aguilar
Editorial: Edual
Género: poesía
Complemento circunstancial sonoro: