
Con una lengua coplera, plañidera y libidinal, los poemas del catamarqueño Víctor Alejandro Aybar recrean historias de sexo, de amor y de muerte en el paisaje del noroeste argentino
Por Daniel Gigena
En un ballet verbal ambientado en el paisaje montañoso del noroeste andino, el nuevo libro del poeta, bailarín y docente Víctor Alejandro Aybar (San Fernando del Valle de Catamarca, 1985) agrupa un conjunto de “caprichos” de ritmo sinuoso, plañidero o libidinal, luctuoso y lactal sobre sexo, amor y muerte. Cabriolas en el aire (Tren Instantáneo) es el tercer libro de este autor, que publicó Dúo nocturno y Dos variaciones para solo final, ambos en 2018. En el primer capricho (el del sexo), la lengua de Aybar se asume “loca loquísima”, como la de una cabra “prepotente y audaz”, cuyos balidos se confunden con los gemidos “de un putito”. En las ardientes escenas de los poemas se filtra un aire de vidala: “cabrita y menuda no quiero ser / rehén de tu cencerro camino y guía // quiero balar bailar y balar como el monte manda / como la noche y la luna llena mandan siempre”.
“Enseño danza en un Instituto de Formación Docente en el interior de la provincia, y eso me llevó a observar el paisaje y cabras por la ruta –cuenta el autor-. Una vez me dijeron en casa que era medio una cabra loca, siempre haciendo la contra. Y las vi, las vi cruzarse sin pedir permiso por la ruta. Y me vi loquísima contra el viento. En el norte dicen que las únicas que van contra el viento norte son las cabras. Estar en Catamarca y ser gay es ser esas cabras locas”. Encuentros tan inesperados como deseados (“te vi / te escuché / agitar con tus manos / esa chota faunal”), tríos montaraces y semen que hace brotar “ríos de cuarzo caliente” componen la primera parte, donde se preludian los caprichos amorosos: “encabritado en su cantito uno / y el otro con la piel aullada / golpearon la tierra juntos los dos / percudidas las pocas ropas /percutidas las pieles se descubrían”.
Al territorio le corresponde una lengua que captura, trastoca y volea regionalismos. “Cuando conversábamos con Osvaldo Bossi, me decía fíjate este poema tan liviano y este otro tan pesado, tan oscuro y denso –dice Aybar-. Ahí vi cómo cuando usaba mis palabras de todos los días el poema flotaba, como cuando uno tiene que hacer una cabriola o un sissone. Chota, apero, caronita, ancoche, las usamos todavía. Y eso me daba pie para decir lo que no se dice: de los hombres que todavía no pueden decir que aman a su amado, esos que se entregan escondidos entre las manadas, esos que silban en las noches o a quienes matan para que se muera, con ellos, el secreto. Peor es el caso de los niños abusados, esos adolescentes abusados en la soledad de la puna. Una voz para esas historias y para esas palabras; que no les gane el silencio ni la distancia”.
El libro incluye una serie de siete poemas basados en la desaparición y muerte de un pastor de catorce años, en 2018, en la localidad de Palo Blanco, y un “capricho final”, donde se explicita el método creativo: “hice el libro así: / de capricho en capricho / gimiendo, llorando, cantando”. En los poemas hay resonancias stornianas y mucho de danza. “La cabriola es un paso de ballet, tomado de pasos populares que imitaban a las cabras. Antes, en mis poemas, había un tono más aéreo, etéreo; ahora buscaba un tono más popular, a tierra. Tengo tatuadas unas alas en los tobillos, creo que se volvieron pezuñas ya. Intento que los poemas sean una memoria de eso que el cuerpo siente, piensa y registra”. Apunada por el deseo, la cabra siempre tira al monte.
Cabriolas en el aire
Autor: Víctor Alejandro Aybar
Editorial: Tren Instantáneo
Género: poesía
Complemento circunstancial sonoro: