Por Coni Valente
Antes de empezar con todo el proceso de desentrañar Matar a la niña, primera novela de Agustina María Bazterrica, creo que deberíamos partir con la definición de algunos conceptos a tener en cuenta a la hora de leer. A saber:
Bizarro: Adj. Extraño, curioso, estrafalario, extravagante, chocante, raro.
Absurdo: Adj. Contrario y opuesto a la razón. Extravagante. Que se sale de lo común.
Con estos dos estamos bien para empezar el recorrido pero en el transcurso de la lectura veremos como a estas dos definiciones centrales se les acoplan otras como el humor irónico o el permanente juego que hace la autora entre los contrapuntos: cielo-infierno, sagrado-profano, victima-victimario, bello-espantoso, etc.
La novela entra directamente en una caracterización de un cielo irrisorio, absolutamente opuesto a lo que los dogmas religiosos nos enseñaron. El cielo no es un paraíso, sino un verdadero horror. Los ángeles usan pelucas desgastadas, alas de plástico de mala calidad y están obligados a parecer felices por el simple hecho de encontrarse junto a la luz divina. La verdad es que si uno lo piensa desapegado de la fe no es tan absurdo. De hecho, la fe, ¿no es un producto cultural? Bueno, la respuesta a esta pregunta mucho dependerá de la perspectiva religiosa desde la que uno se pare para responderla pero Matar a la niña deja muy clara esa postura y apuesto plata que la autora es bastante incrédula de los preceptos católicos.
Esta novela es casi como un viaje alucinógeno, pero sin consumo previo. De principio a fin se sirve de premisas estrafalarias y de conclusiones entre graciosas y trágicas. En cierto modo el relato es tragicómico. Y al decirlo así, solo se me viene a la mente Eugene Ionesco. Para los que no lo conocen, diré que es un dramaturgo muy reconocido en el género teatral del absurdo. En definitiva, esta novela es eso: una puesta en escena ridícula que roba carcajadas si se la lee livianamente pero que por momentos es angustiante si se la toma demasiado en serio.
Agustina, de algún modo, invita al lector a jugar con la imaginación, a dejarse llevar por ella porque toda la historia derrocha una creatividad exquisita que al mismo tiempo es algo lúgubre. Y sin embargo al final todo es una real falacia y solo una niña puede verlo desde debajo de ese cielo construido solo para ella.
El protagonista principal es un crítico de arte que muere y va a parar al cielo “de segunda” que solo ve “la niña santa”. Este buen espíritu que tiene una visión realista de este falso Edén reflexiona sobre esa observación meticulosa de la niña hasta que toma una decisión drástica que desencadena toda la trama. Si ese extravagante lugar en el que le toco vivir la eternidad será así de asqueroso lo mejor será hacerlo desaparecer y entonces se vuelve imperioso derrumbar esa grotesca construcción. Ahora, ¿de qué manera podrá derribar él ese paraíso infernal que le toco por morada? Solo leyendo podrán descubrirlo porque Agustina María podría sorprenderlos.
Sin embargo, mas allá de la pintoresca forma en la que la autora contextualiza la historia, siento que esconde entre líneas un mensaje un poco menos divertido de lo que aparentemente resulta de la primera lectura. Matar a la niña me da toda la impresión de que es una manera de “matar al propio yo” en términos freudianos. Bien sabemos que dentro de la teoría psicoanalítica lidiar entre las pulsiones y deseos al mismo tiempo que las normas morales nos trituran el cerebro empujándonos a la autocensura puede ser un trabajo infernal y en cierta manera, el camino que nos lleva a recorrer Bazterrica es un poco ese.
Un ángel que se transforma en homicida pese a todas las ponderaciones positivas que un ser divino alado tiene en un país en donde la Iglesia ocupa un papel preponderante en la construcción cultural de nuestra identidad. Frente a eso una niña santa que posee una mirada inquisidora sobre la realización fantasiosa de ese paraíso inexistente a los ojos de la autora pero que es la concreción de las pulsiones reprimidas y el asesinato que representa la liberación del alma, el fin de la represión.
“Yo también quiero que el Cielo se termine, pero matando a la Niña no va a lograr nada. Las Entidades se van a encargar de encontrar a otra niña, paralizarla, enmudecerla, cegarla e inculcarle algún otro delirio psicótico como creerse bailarina, por ejemplo”
Entonces esta novela es una dura crítica a toda a esa educación católica recalcitrante que inyecta en los cerebros infantiles un cumulo de directivas obsoletas con las excusa de que si se las sigue uno se ganara el cielo y Dios le abrirá las puertas del Paraíso. De alguna manera, Agustina María echa por tierra con cierto humor esa teoría y en su juego de contrapuntos pone en duda la existencia de tales instancias posteriores a la muerte.
Y al final solo quedan preguntas. Interrogantes que han intentado responderse por los más diversos teóricos a lo largo de los años. ¿Qué pasa realmente después de la muerte? ¿En que nos convertimos? ¿Existirá un cielo tal y como lo pintan los evangelizadores de la fe? ¿El infierno estará en las profundidades de la tierra y quemara tanto como dicen? Solo preguntas a las que posiblemente no le encontremos respuestas o si, pero que la lectura de Matar a la niña nos inspira a traer a la mente y reflexionarlas. Por los siglos de los siglos. Amen.
Matar a la niña (2014)
Autora: Agustina Bazterrica
Editorial: Textos Intrusos
Género: novela
Excelente suele saber más el lector de la novela que la misma autora. Maravilloso además se entretejen una de conclusiones sin que quepa duda somos iguales este es un tema acucioso quizá sea mucho en el cual he visto que tratan otras autoras como Isabel Allende por ejemplo yo misma sin haber leído antes estas novelas ya estaba con eso de matar a la adolescente la niña más bien. Es como una metafora recurrente un tanto masoquista induablemente producto de una realidad que se sale por todos lados. Mil gracias.
Muy buena la reseña y genial la novela!!! Super recomendable!!!
Por lo que leo en la minuciosa reseña los personajes caminan, vuelan, sobre diversos planos de la realidad, donde parece que nada es verdad y al mismo tiempo lo es, donde la fe se confunde y los personajes se desdicen, el humor tiñe la piel de la novela de un color muy oscuro, la novela termina como empezó, y no se puede soslayar que el origen de esta novela pasa porque la autora estudió en un colegio de monjas, de allí su personal rebelión.
Excelente reseña! Me gusto mucho. En lo personal al momento de escoger un libro, siempre me voy a los comentarios o reseñas que dejan los lectores, creo que te dejan una idea mucho mejor y más clara que la sinopsis que ponen del libro!