Por Augusto Munaro
Cuando se lee esta nouvelle, el lector no tarda en atestiguar el calvario de un niño de once, o doce años que vive en el norte del país, con una familia tan disfuncional que bien podría tratarse de la infancia de un posible futuro sociópata. La narración está contada desde el punto de vista del chico de quien desconocemos su nombre, pero que compadecemos desde la primera página. De este modo actúa, juzga y tiene opiniones sobre los hechos y los personajes que van apareciendo; información que se basa en su propia visión de los eventos. Sus días los transcurre haciendo tareas odiosas con un padre violento, en un contexto de hostilidad inaudito. Rodeado de una madre que odia al padre (y viceversa); una tía desalmada, y “amigos” como Dante -criminal del pueblo que termina dentro de una zanja con dos tajos en el cuello- y episodios funestos, como la ejecución grotesca de un perro rabioso, o bien, los castigos continuos perpetrados por los adultos. Entre cachetadas, barro y changarines vulgares y odiosos, el protagonista de esta historia se va blindando de un curioso nihilismo, y tal vez por ello mismo, de ideas perversas y suicidas. La obsesión de la muerte atraviesa todo el libro brindando un aura de realismo descarnado.
Elías Castelnuovo aprobaría La paliza por ese tenebrismo que alcanza a glosar, sobre todo en lo referido al incesto, y el concepto denigrante en torno a la vejez y el asecho de la muerte. Hay pasajes que recuerda el registro ominoso del Enrique Medina de Las tumbas. Notable el momento donde el chico disfruta de “su salida favorita” junto a su abuela: el cementerio. Ahora bien este abuso y violencia no se ven reflejados tanto en el plano exclusivo del lenguaje, sino en la descripción de los episodios de crueldad que padece. En la acumulación continua y sostenida de vejámenes. Ahí tal vez su principal falencia. Si el narrador atraviesa ese infierno digno de La familia de Pascual Duarte, la operación poética con la lengua, debería, acaso, estar presente en mayor grado. Trabajar sus posibles matices. Hacer literatura en y desde esos pliegues. La habilidad del habla en la escritura. Sentir la voz de ese universo rural primitivo, hostil y cerrado del monte, sí, pero confiando no tanto en el valor de la peripecia, sino en la respiración de sus personajes.
La paliza (2017)
Autor: Marcos Apolo Benítez
Editorial: Paradiso
Género: nouvelle