Por Cezary Novek
Los encuentros furtivos de un hombre solitario con el amor de su adolescencia mientras su padre agoniza, el romance que no fue con una mujer desconocida y la posible vida alternativa que ello conllevaría, un niño cuyo perro es regalado en el transcurso del derrumbe familiar, dos hermanos cuyas distancias terminan por erosionar una construcción que parecía sólida, una relación que se trunca para dar comienzo a un camino de autoconocimiento, una confusión que cambia el rumbo de vida de tres familias completas (las últimas dos, consecuencia del mismo error). Tales los temas de Acá había un río, el segundo volumen de relatos de Francisco Bitar. Con exquisita economía de recursos, Bitar retrata a personajes imperfectos, que naufragan en la melancolía de lo inevitable. Lo interesante es que en los cuentos que componen este libro, lo inevitable es casi siempre secuela de malas decisiones tomadas con el corazón. El marco de esta serie de desencuentros es el tiempo que pasa, los ciclos de nacimiento, de la vida y la muerte. Narrados de forma minimalista, los cuentos de Bitar tienen la capacidad de conmover y contagiar las emociones de sus personajes. Hay una parte del lector que se queda a vivir para siempre en los universos otoñales de estos relatos, indagando una y otra vez en los silenciosos espacios en blanco que separan las palabras, hogar de toda la poesía que acontece en el fondo de la trama. Al igual que en su libro anterior –Luces de Navidad– son los momentos antes o después de la ruptura el hilo común al conjunto de cuentos. En el medio quedan los personajes, haciéndose preguntas en soledad mientras ven al sol diluirse en el horizonte junto con la realidad que se vuelve recuerdo. Es precisamente el manejo firme y preciso de ese páramo entre el sentimiento y el sentimentalismo la principal virtud del narrador: dice mucho con poco, muestra las emociones sin nombrarlas, construye poesía con el silencio y la pausa. Dibuja un solo paisaje de la angustia de vivir a través de muchos paisajes, sugiriendo que el amor, la amistad y el sentido de las cosas pueden estar en cualquier parte, en todas partes y en ninguna parte a la vez.
Francisco Bitar
Nació en 1981 en Santa Fe, ciudad en la que reside. Publicó los libros de poemas Negativos (2007), El olimpo (2009 y 2010), Ropa vieja: la muerte de una estrella (2011) y The Volturno Poems (2015); la novela Tambor de arranque (2012) y el volumen de cuentos Luces de Navidad (2014). Tradujo, entre otros, a Jack Spicer (Quince proposiciones falsas contra Dios, 2009). Tuvo a su cargo las ediciones de Trabajo nocturno. Poemas completos de Juan Manuel Inchauspe (2010) y es uno de los antologadores de 30.30. Poesía argentina del siglo XXI (2013). Es Licenciado en Letras y coordina el taller de narrativa de la librería Del Otro Lado Libros.
Acá había un río (2015)
Autor: Francisco Bitar
Editorial: Nudista
Género: Cuentos