Por Cristian Maier
Marcelo habla en flores. Literalmente las genera. El acto del habla se transforma en la génesis de unas flores innominables que significan, justamente, las palabras y los sentimientos del protagonista, pero que no pueden nombrarse. ¿Puede leerse como una metáfora exquisita sobre el lenguaje? Sí, se puede. Pero no sólo eso. Hay otros elementos interesantes en El hombre que hablaba en flores, la nouvelle de Christian Broemmel.
Desde comienzo todo se sumerge en una filigrana nebulosa. Se nos dice que esta es una historia referida. Una mujer se la contó al personaje que la relata . “La memoria es una entidad viva, creativa, parasitaria, es decir casi un artista”, dice. Y esto nos sumerge en la duda permanente sobre hasta qué punto todo realmente sucedió, dónde están las exageraciones y los menoscabos. Porque la memoria no es ecuánime. Porque si la memoria es una entidad viva y creativa, se sostiene en un punto de vista y este genera un laberinto donde no todo puede ser cierto. Esta duda en el origen que comparten el argumento y el protagonista, complejiza la trama.
Escrita con buenas dosis de humor y de acidez, la historia toma como eje la vida de Marcelo, a la manera de un bildungsroman o de una novela de iniciación, con un tránsito desde lo fantástico de la infancia a la búsqueda de lo normal en la adultez. Pero cuando lo normal se logra –si es que se logra–, ¿qué pasa? ¿Qué es lo normal? ¿Lo normal es lo real? Si lo normal es la rigidez de la estructura, de la norma, lo real en esta novela se transforma en algo distensible, donde los hechos fantásticos contados con naturalidad cuajan por falta de resistencia.
Una de las cuestiones en pugna –en esta distinción entre lo normal y lo real–, es la reacción ante lo distinto. Desde la diversidad acogida con vergüenza, como les sucede a los padres del personaje que prefieren una discapacidad antes que lo fantástico, hasta el ánimo de lucro como el del mejor amigo de Marcelo, Nueva York Fuma.
En el tránsito de la novela hay una línea directa hacia la decepción, que choca con el humor y la sencillez del estilo. Esto funciona en favor de la historia, porque ¿qué mejor, si vamos a contar una desgracia, contarla con una sonrisa? El contar la tempestad con ternura y alegría, disipa lo oscuro y logra una profundidad mayor en el desarrollo de los interrogantes que plantea. El autor no confunde aburrimiento con profundidad. Eso es un gran mérito.
Volvamos por un momento a la decepción. ¿Qué sucede cuando lo extraordinario se transforma en rutina? Es decir, cuando lo fantástico se repite y pasa a ser una parte más de la segmentación de los días. Esta es una pregunta distinta a la que hicimos alguno párrafos más arriba sobre lo normal y lo real.
Pienso, con el libro de Christian en la mano, que cuando lo extraordinario se transforma en ordinario, también se convierte en invisible y por lo tanto en irrelevante. Ya no es insignificante a la manera de Barthes, donde esa palabra refiere a un hecho que es tan rupturista que no le podemos dar significado un significado. Por lo tanto, las relaciones con las cosas o con las personas que forman parte de la rutina ya no pueden medirse en base a la particularidad. “La rutina mata”, dicen en el barrio. Este libro lo escribe con una metáfora exquisita.
Por último, la inclusión del material extra es un acierto por parte del editor. Se encuentran fragmentos de la libreta de notas, del manuscrito y del trabajo de corrección de lo que en última instancia sería la publicación. Además, el autor describe cómo fue la génesis de la historia y, también, da algunos apuntes de lo que llama bibliocronía, que es, en realidad, y sin olvidar el horror de la cacofonía, una biografía bibliográfica. Esto, cuando leemos el libro en su conjunto, nos da una idea de estar leyéndolo de atrás hacia adelante, como una especie de loop, en el que vamos desde la obra hacia su esqueleto, y viceversa. Eso no se ve todos los días.
En definitiva, este libro es una bocanada de aire fresco.
El hombre que hablaba en flores (2015)
Autor: Christian Broemmel.
Editorial: Décima editora.
Género: novela