Por Valentina Vidal
La bisagra más lacerante que partió en dos la historia de la Argentina y que dio comienzo en 1976 con la nefasta dictadura militar hasta la guerra de las Malvinas fue contada de maneras muy diversas. Las herramientas que se tuvieron desde aquel entonces fueron las únicas posibles: testimonios, biografías, documentales, películas, y sobre todo, las revelaciones y denuncias de los sobrevivientes para sacar a la luz lo que pasaba en un país con represión de estado. Pareciera ser, que a medida que nos alejamos de aquellos años y que las nuevas generaciones absorben esta información desde cualquier plataforma con acceso público, es que se puede lograr hacer ficción sin incurrir en lo documental. Tal es el caso de La Isla Rodante de Francisco Cappellotti (Años Luz 2015). Con una prosa prolija y racional, Cappelloti narra la partida en el presente de un abogado desde Buenos Aires hacia Tierra del Fuego para instalarse con su esposa médica y allí trabajar los dos en sus respectivas profesiones. En primera persona, de forma gradual y en párrafos cortos, la novela empieza a trazar un paralelismo entre su llegada a la isla, con la de Magallanes en 1520 y la de Fitz Roy en 1826:
“A partir de aquel momento, lo llamaron canal de Beagle. Murray vio en las márgenes de las aguas, muchos indios en canoas hechas de corteza de árboles. Parecían indefensos, sin embargo, tuvimos que abrir fuego, dijo Murray”.
“No entiendo por qué pasé por alto ciertas cuestiones misteriosas que expresaba la isla. Recuerdo que, minutos antes de llegar a Río Grande, la ciudad donde hoy vivo, y mientras el avión sobrevolaba las alturas, vi como el mar se alejaba considerablemente de la costa. Tal vez unos quinientos metros. Era como si estuviese juntando insondables fuerzas para arremeter de pronto quien sabe con qué. Raro, pensé”
Con muchísima comodidad, el narrador nos introduce desde enamoramiento por la geografía de Río Grande en algunos ejemplos de la vasta mitología del Sur: “tiempo atrás, para darle valor a los hombres, los hacían atravesar por las noches siete kilómetros a través del bosque oscuro de Lapataia, sin detenerse ni mirar atrás un solo segundo. Ningún obstáculo podía detenerlos. Lo llamaban el túnel de la Reciedumbre”. Muy por fuera del azar, la elección de esta leyenda deja en claro el espíritu del protagonista de la novela que se conecta inmediatamente con la resiliencia de todo un pueblo y también porque no, de su historia.
El narrador ejerce un juego entre párrafos argumentativos, cronológicos y descriptivos, otorgándole al texto una dinámica ágil y poderosa, que plantea la tensión de la historia en una frase precisa como punta pié inicial: “la tierra no tardó en hablar”. El conflicto se dispara a partir de que un barco con bandera inglesa pretende atrancar en Usuahia en vísperas del aniversario de fecha de inicio de la guerra de las Malvinas: “en nuestro país existe una ley llamada Gaucho Rivero que prohíbe que los barcos con insignias inglesas o, de algunas de sus colonias, atraquen en nuestros puertos” y es a partir de este punto donde el protagonista es el viento. Un viento que sopla tan fuerte que desprende la isla a fuerza de latidos, convirtiéndola en una balsa de piedra que navega directo hacia las Malvinas. Es entonces que la historia planta la bandera de lo fantástico, porque entre las dificultades que empiezan a aparecer, como la falta de comida ante la imposibilidad de la población de salir de sus casas, también aparecen albatros alados, espectros de indios asesinados en la Campaña del Desierto y de los soldados caídos en el hundimiento del Belgrano. Éstos últimos, tuvieron un especial impacto en mi lectura y quise saber más. Mucho más, porque el plan que los pobladores de Tierra del Fuego trazarán junto con los espectros y demás personajes fantásticos en una especie de ejército sureño implacable, es la estrella de oro de la novela.
Cappellotti no se ahorra en desplegar un fuerte sentimiento de patriotismo inmerso en una narración de ciencia ficción. Sin dudas hay que reconocerle a una gran habilidad para enlazar historia y ciencia ficción, volviendo lo inverosímil, verosímil. Y quizás ésta es una de sus mayores virtudes, porque aún dentro de un texto dónde el dato histórico todavía interpela de una forma visceral al lector con memoria, corre el riesgo de sacarlo del registro ficcional y no se intimida con el desafío.
La isla rodante es una novela donde hay seres fantásticos con súper poderes, pero también es una novela que sirve para situar algunas de las múltiples variables que hubo por aquellos años en escenarios que estuvieron muy lejos de esta cápsula llamada Buenos Aires. Bienvenida sea la ficción como nueva mirada a esta tajada de la historia para poder seguir diciendo lo no dicho y visibilizando lo oculto por tanto tiempo. Que para esto también está la literatura.
Título: La isla rodante
Autor: Francisco Cappellotti
Editorial: añosluz (2015)
Género: novela