Por Josefina Fonseca
“Te escribo para nacerte cerca de mí/ para nacerte algo” dice Karina Fabiana Cartaginese en Nos comenzamos (Huesos de jibia, 2016), un poemario que transita la aparición del amor mientras lo escribe, o que lo escribe para aparecerlo y transitarlo. Y que nos expone, así, a una pregunta: ¿es el amor el que alumbra al poema, o viceversa?
Nos comenzamos poetiza la propia práctica de la escritura direccionando su objetivo: escribir el amor para comenzarlo, para hacerlo nacer –y nacer en él cada vez-, para revivir –o crear- la experiencia en cada verso. Como si amor y poema se cruzaran hasta ser lo mismo, como si no hubiera vivencia al margen de los dos: “Amor es acá, donde te escribo/ ¿dónde no te escribo?”.
Con la intimidad de un diario que se construye en la desesperación de la espera, en la distancia que separa a los amantes, en el tren que terminará por encontrarlos, en el encuentro que será la forma de justificar el día (“a un día sin vos le falta sol”), la autora teje un cotidiano de símbolos que se vuelven eco y código entre los enamorados. Y si un barco de papel, una manada de conejos o un barrilete son referencias a un universo particular, Cartaginese nos hace –nos nace- parte de él.
Tan personalísimos resultan los significados con los que se arma el amor, que el poemario incorpora un glosario final en el que boca es “a”, beso es “a + a”, mapa es “hoja donde la vida fue dibujando recorridos para que nos encontremos”, y escribir es “tatuar origamis/ crear planetas nuevos”. La autora se apropia de las palabras de su glosario y las subvierte: los sustantivos pueden dejar de ser sustantivos para ser verbos o adjetivos (“fruto puente que nos salva y nos selva/ piel de paraíso/ a nuestro cuerpo vuelvo y repito palabras miel”), o las arma/ desarma generando lecturas múltiples (“A vierta toda tu boca en espejo alamía”).
Cartaginese recorre un cotidiano que tiene como coprotagonista, interlocutor y destinatario al sujeto amado, en el que el poema crea al amor de los dos como un nacimiento permanente e inevitable. Así, la historia se cristaliza en la belleza y el ritmo de los versos, en la construcción poética que advierte: “Quiero solo escribirte cosas felices. Por eso hay una parte que le falta a este texto”. Eso que le falta al libro es, entonces, una ausencia intencional. Porque las palabras escritas son, acaso, las únicas que pueden evitar la erosión del tiempo, las únicas que pueden permanecer como fueron elegidas y deseadas. “Nada me silencia de vos/ ni siquiera vos/ si quiera quieras/ quererme siempre”, anhela la autora. Será por eso que, como en un conjuro, la última palabra del libro es “ama”, y la primera es “comienzo”.
Nos comenzamos (2016)
Autora: Karina Fabiana Cartaginese
Editorial: Huesos de Jibia
Género: poesía