
Por Pablo Méndez
El primer recuerdo que tengo de Charly García no es musical. Tenía seis años cuando escuché a mi mamá indignarse por una noticia que la televisión no paraba de replicar: “Charly García mostró sus genitales en un recital de Córdoba”. Fue la primera vez, también, que escuché la palabra “degenerado” salir de la boca de mi madre. En esa época era muy común la palabra sátiro, pero degenerado no la había escuchado nunca, incluso, ahora pienso, era más sofisticada, y que la dijera una mamá de 28 años, en ese momento supongo que debería haber tenido cierto peso. Para salvar a mi mamá del exceso de moralina (uno siempre trata de salvarla), es menester recalcar que fue educada por el positivismo del “Viva la viva” de Palito Ortega. El segundo recuerdo (intuyo que hubo otros antes pero se encuentran escondidos en los pasadizos de mi cabeza) fue al Charly de principios de los 90, ese Charly tan salvaje, tan conceptual, que había osado hacer una versión del himno nacional. Desde ahí, en una pre adolescencia a punto de eclosionar por el germen de la música alternativa, Charly siempre fue una figura colateral en mi vida sin que pudiera introducirme de lleno en su música, todo pasaba por la figura pintoresca del rock star. Por eso digo, que así como al jazz y al tango, a Charly lo descubrí cuando ya me había pasado para el vagón de los maduros. Uno lamenta haber perdido el tiempo con alguna música transitoria de los 80 y no haber cedido su cabeza a la genialidad de un García solista en el ápice de su musicalidad. Pero, por otro lado, sabe que los años me permitieron disfrutar de una discografía estacionada, macerada, añejada, a la que pude comprender con otra sensibilidad, quizás más intelectual que emocional. Hay muchas más anécdotas que me interceptan como lejano espectador de su vida (¿Qué había estado haciendo el día que Charly se tiró del noveno piso?) pero nada podrá tener más relevancia que comentar lo que otros escribieron sobre él y su música. Por eso, a varios días de su cumpleaños número 70 comentaré algunos libros que llegaron a la redacción sobre LA figura estelar de la música nacional contemporánea.
Charly García, 1983: acerca de Clics modernos (Unipe: editorial universitaria, 2019) de Oscar Conde. Antes que nada hay que resaltar que este libro pertenece a la colección Autor/Fecha, donde se realza una obra a partir de una fecha en particular y su autor. Conde enfatiza un disco sideral de la discografía infinita del rock nacional. Pero lo hace desde la concepción de las letras, desde el análisis literario. En ese cruce, Conde relaciona las canciones del disco con clásicos de la literatura o la interrelación con canciones de otros artistas como Dylan y Lennon así como con letristas tangueros. Pero más allá de la propuesta de la colección, el autor nos ofrece un antes y un después de ese 1983 donde se gestó Clics modernos, los antecedentes y las consecuencias de la obra. Y nos permite entender también cuál fue el contexto de una obra que cambió la composición cultural. Más allá de que otras bandas auguraran la década a puro baile (Virus, Los abuelos de la nada), la masividad de García le imprimiría su sonido los años de la primavera alfonsinista. En las letras de Charly, en ese cruce semiótico que acentúa Conde, el abanico de análisis contiene la lectura política (recordar que 1983 es el comienzo de la democracia luego de la última y más sangrienta dictadura militar que termina con la locura de Malvinas), la burla hacía los estereotipos de la sociedad argentina que dejaba ver la frivolidad que estallaría a partir de los 90, la pulsión del amor, la nostalgia del yo poético y el efecto de la soledad a pesar de lumínica artificial del éxito. Lo que el libro también expresa es la vigencia de un artista que ha cautivado a cuatro generaciones. Compositor en el podio de la música popular, letrista y poeta de lo existencial de la vida cotidiana y de lo general que nos afecta como seres en sociedad afectados por las decisiones de cualquier autoridad.
Charly presidente. Una excursión al país de los García (Sudestada, 2019) de Juan Bautista Duizeide. Estamos en presencia de un libro atípico. Una elucubración de la fantasía pero con un anclaje en la realidad, en la historia argentina y en las posibilidades de salirse de la línea inamovible de las elecciones como sociedad en cuanto a quién debería asumir como presidente y representarnos. Repleto de figuraciones irónicas, el autor entabla un diálogo crítico con las formas tradicionales que van desde las medidas políticas, las contemplaciones del poder y la estructuración de lo discursivo. Nunca un músico fue candidato a presidente, y desde ese hilo conductor el libro es un discurrir de posibilidades ajenas a los mandatos de la política contemporánea. Pero más allá de la fábula encriptada, de la conspiración literaria en favor de la creatividad, el libro es más que la excusa sardónica para exponer lo herrumbroso del sistema. En el medio de ese brebaje fantástico, hay un análisis de la figura de Charly García, de su música, de su historia, de los disparates como personaje. También es menester decir que dentro del texto hay otro texto, ni subterráneo ni entre líneas, paralelo: la historia cultural de un país. En ese sainete que es nuestra cultura, Charly estuvo como expositor de sus engranajes, como doliente resultado de su maquinaria, como feroz esquirla rebelde, como perro de presa de la moralina suspendida de un país siempre al borde de todo. Pero hay algo que resaltar: los muchos Garcías que existieron y pueden existir, levitan en la almidonada secuencia del campo de batalla cultural en pleno asentamiento del enemigo, que cuando no está visible conspira en las deformidad de las sombras.
García: 15 años de entrevistas con Charly (1992-2007) (Vademécum, 2020) de Daniel Riera y Fernando Sanchez. Si cada libro comentado en esta nota tiene su pulso identitario, esta compilación figura como la voz en vivo de quizás la época más conceptual y anárquica de nuestro prócer musical. Los autores entrevistaron a Charly García entre los años 1992 y 2007, en múltiples circunstancias, no solo temporales, también espaciales. El contador marca 25 encuentros para que la voz solista de Charly inunde las páginas de este libro con su sabiduría, con la forma más exclusiva de su pensamiento. Y de ellas puede configurarse la madurez de un García apostando por ese fragmento de anécdota desconocido, por el rastreo exitoso de un detalle esquivo en la memoria, y, por supuesto, con la astucia del orador, cada tanto poner una mina de humor para que estalle cuando él lo dictamine. Y en esa ardua tarea de amalgamar el discurso de un personaje siempre atento a mutar intencionalmente de opinión, los autores logran una cronología oral que funciona como lado B de la historia oficial que abunda en cantidad de libros. Pero hay otro tinte que distingue al libro, está escrito por dos periodistas que además son fanáticos de la obra de García, esa incondicionalidad permite que el tono las páginas tenga una cadencia para gusto de cualquier lector, afecto o no a la música del portador del bigote más conocido de nuestro país. Solo o acompañado, en una sala de grabación o antes de un recital, entre el tono reflexivo y la rabia ácida este compendio de alocuciones saynomoredianas son en su propia constitución la mejor forma de conocer el brillo del loco diamante. Como una forma de conectores, entre las entrevistas existen intermezzos que nos cuentan la genealogía de algunas canciones del maestro García.
Charly en el país de las alegorías. Un viaje por las letras de Charly García (Gourmet Musical, 2014) de Mara Favoretto. Este libro indaga exclusivamente en la virtud poética/narrativa de Charly García de encapsular las letras para evitar la censura en los años de plomo. Como bien dice la autora es “un sistema de de órbitas alegóricas” para camuflar el verdadero sentido de su mensaje. Favoretto desmenuza las letras de García para descomponer la estrategia discursiva de un artista más grande que lo musicalmente genial que muestra, y dentro de ese motor retórico identificar y explicar el papel de la figura alegórica. En esa frontera indeterminada de significados es donde se explican los recursos insistentes del lenguaje de Charly García que en primera instancia puede verse solo como un complejo entramado polisémico. En ese juego de gato y ratón lingüístico donde lo literal persigue lo metafórico es donde se centra este exhaustivo estudio. La investigación está dividida en varias categorías alegóricas, primero las que definen la cuestión de género (lo masculino y lo femenino en la sociedad argentina), la función de resistencia que elude la censura del poder político, aquella que permite el libre pensamiento, las holográficas y por supuesto las que lo incluyen como personaje en tono paródico. El análisis de Favoretto nos permite reconocer los estadíos inamovibles de la moral argentina y el eterno espíritu de resistencia de un artista que sigue constituyendo algo más que un ícono musical, su figura adquiere varias dimensiones de un relato.
Charly y la máquina de hacer música: un viaje por el estilo musical de Charly García (1972-1996) (Gourmet Musical, 2021) de Diego Madoery. Este quizás es el menos accesible de los libros para el lector estándar (de hecho el principio del libro tiene como un manual explicativo de cómo leerlo). Por la simple razón de que su contenido es más “técnico” y que requiere de la interpretación de una lectura más avezada . Si las diferencias conceptuales nos proponen la brecha entre género y estilo, aquí se toma el mapa estilístico de un artista tan heterogéneo como reconocible. De las nociones que deberíamos tener conocimiento figuran las de ritmo, armonía, melodía. Y de estas revelaciones que exceden lo que más sabemos de Charly por los medios de comunicación, aquí se llega al hueso de lo importante: su música. Cada capítulo se complementan con gráficos explicativos, en algunos casos pentagramas, esquemas sobre las modalidades armónicas, las variaciones estilísticas, las disonancias métricas, cadencias y rasgos formales. Inclusive se pueden ver porcentajes de la predominancia de un estilo en cada canción analizada. Hay un apartado que figura como resumen de lo expresado en el libro que lleva por título “Síntesis formal, armónica y melódica de la obra de Charly García” con la nomenclatura necesaria para los acordes, y donde se despliegue esquemáticamente los cambios de tonalidades, la progresión rítmica, las escalas utilizadas, etc. Libro imprescindible para músicos o para quién con algún conocimiento pueda indagar en la constelación eufónica de la obra de un artista excelso.
Esta noche toca Charly: un viaje por los recitales de Charly García (1956-1993) (Gourmet Musical, 2020) y Esta noche toca Charly: un viaje por los recitales de Charly García. Tomo 2: Say No More (1994- 2008) (Gourmet Musical, 2021) de Roque Di Pietro. Acá estamos en presencia de un suceso editorial que tiene mucho que ver con la ingente tarea documental de ambos libros. En una aproximación podríamos decir que es como una biblia para aquellos que consideran a la representación en vivo como esencia de la música. Ambos tomos requirieron de una búsqueda arqueológica de cada registro en directo de un artista con más de 50 años subido a los escenarios. En ese rastreo y catalogación en distintos formatos (gráficos sonoros y audiovisuales) se extiende una línea invisible que nos relata en paralelo su historia, la de un artista que por sobre todas las cosas era una estrella de rock arriba del escenario y no solo por la excentricidad de un salto al vacío desde un noveno piso. El racconto es necesario: los recitales en el conservatorio Thibaud-Piazzini, Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Girán, las presentaciones de sus discos solistas y la toda la etapa Say No More. Los textos de cada etapa son acompañados con fotografías de época, programas en papel de los conciertos, entradas, publicidades gráficas y tapas de revistas. Este trabajo de espeleología musical es digno de reconocer, no solo por la crítica especializada, también por el éxito editorial (van por la segunda edición del primer tomo) que generó. Dos libros monumentales que nos traen el fresco de varias épocas, porque cada historia tiene su contexto y a partir de allí la anécdota jamás contada enriquece una figura tan necesaria como imprescindible para la cultura argentina.
Complemento circunstancial sonoro: