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Reseña #648- Cielo progenitor

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Por Hernán Domínguez Nimo

La Caleta es un lugar que vive del verano. Un lugar que reniega de la presencia invasora de turistas, y luego también de su partida sin mirar atrás, de ese abandono que sufre a fines de febrero, casi de novia despechada. Un pueblo que es periferia por partida doble, porque ni siquiera es pueblo de verano, apenas suburbio, una sombra de Mar del Plata.

Es en esta comunidad a la orilla del tiempo, abandonada y olvidada por el mundo —como la resaca que queda en la playa sin que nadie la reclame—, que transcurre la historia de Ningún otro cielo. Una historia que en manos de Sebastián Chilano se convierte en una disección, pieza por pieza, del drama de sus habitantes.

Este es el tercer libro de Chilano que pasa por mis manos. Y como sucede en los anteriores, maravilla la precisión quirúrgica de los diálogos y de las situaciones cotidianas, en las que nada sobra y todo contribuye a construir, ladrillo sobre ladrillo, el mundo en el que la trama se desarrolla.

Solo que en este caso, lo que ocurre es justamente lo inverso. En esta novela, cada palabra, cada frase, es, ya lo dije, una incisión profunda, exacta, que deconstruye a sus personajes, que expone en ellos una nueva capa de piel, hasta dejar a la vista eso que estaba escondido, bien profundo, sus flaquezas y miserias más íntimas. Los desnuda hasta dejar nada más que huesos. Nada más que dientes.

Ningún otro cielo es la historia de María, el Flaco, Elías, Selva, de los chicos, de todo un pueblo que gira en torno a una mitología propia, una interpretación del mundo de los muertos que —eso creen— les sirve para entender el de los vivos. Una religión con Dios propio, demasiado parecido al ecce homo de Borja. Con un Obispo más cercano a Corleone que a Bergoglio. Y un mar que se convierte en otro dios caprichoso, uno que con cada ola parece arrojarnos encima otro muerto y enterrarnos, cada vez más profundo, en la arena de la realidad.

Ningún otro cielo (2017)

Autor: Sebastian Chilano

Editorial: Letra Sudaca

Género: nivela

 

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