Por Facundo D’Onofrio
La imagen, la liquidez de los vínculos, el experimento de decir “yo” para perdurar un poco más en la andanada voraz del momento son, en Selfie, una pintura de época.
Escrita a la manera de un diario íntimo novelado, narra en párrafos breves–por momentos parecidos a anotaciones desapegadas e irónicas–, anécdotas de tiempos que se entrecruzan y que arman una cronología zigzagueante, observaciones de un voyeur de las redes sociales, episodios de sexo deportivo. El protagonista es el propio autor o, en otras palabras, el propio autor como personaje. Este ejercicio rompe con el juego de las máscaras y propone una intervención audaz en la discusión sobre literatura y vida y sus interferencias confesionales.
Selfie nos enfrenta como lectores al vacío que habita, en constante acecho, ante cada encuentro con alguien, ante los vaivenes emocionales, ante la sucesión intermitente de personas en la vida como meras imágenes recopiladas. El mecanismo de defensa más eficaz, parece ser, a lo largo de la novela, escribir al respecto. El protagonista –un profesor universitario– escribe en un mismo plano aquello que ve en fotografías de redes sociales y aquello otro que le sucede en la vida no virtual, constituyendo, a fin de cuentas, un idéntico grado de realidad.
La novela está dividida en tres partes: en la primera, la prosa del autor sostiene una enunciación de descripciones a partir de perfiles de las redes sociales; en la segunda, aparece el gesto de incorporar detalles de su vida sentimental y familiar –no del todo innovadores aunque de valiente sinceridad–; en la tercera, una valentía similar en el terreno presente. Toda su circulación se da a través de una prosa llana y directa, nada pretenciosa, que no aleja al protagonista escritor de todos los otros personajes objeto de su escritura. Lo convierte en uno más de ellos.
Afortunadamente, hacia el final de la novela, aparece la mención de una nueva historia de un encuentro que destruye la sensación de abismo y vacío que abunda en las páginas. Se vislumbra algo nuevo que aparece en el horizonte del protagonista y que, aunque termine pereciendo, como todo, le insufla el entusiasmo suficiente para mantenerlo al margen de la literatura. La vida vuelve a ser interesante por un rato: entonces se vive y ya no se escribe.
Selfie (2016)
Autor: Ulises Cremonte
Editorial: Club Hem editores
Género: novela
me encanta SELFIE porque tiene frescura,es ágil,íntima,convoca a espiar al otro,pero también a reconocerse en él.Es como si nos diera permiso para ser como nos canta,como nos nace en una primera instancia.Simple y sencilla,falsamente simple y falsamente sencilla,porque en cada «amigo»que aparece estamos incluídos,obligados a reconocernos.Y eso no es fácil ni sencillo.Bravo por Ulises Cremonte