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Reseña #248- ¿Un método narrativo?

 

 

 

 

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Por Fabián Soberón

Como en Las horas, Michael Cunningham acierta con su método narrativo. Alterna los capítulos breves con personajes distintos que se desarrollan en forma paralela y crea atmósferas a partir de la lógica de la escena. Cunningham se vale de una prosa por momentos lírica para contar episodios que ocurren en tiempos diferentes y en espacios diversos. Con un conjunto de escenas contundentes y expansivas (cada escena posee un relativo valor autónomo), construye mosaicos con densidad narrativa que se unen en un sistema elíptico y combinatorio. Un joven homosexual llamado Barrett ve una luz difusa en el cielo, en el Central Park. Pronto, pensará que esa extraña luminosidad presagia el desencajado orden de los hechos. Barrett tiene un hermano, Tyler, que vive con Beth. Ella está enferma de cáncer. Tyler compone una canción lánguida como despedida. Esto ocurre en el 2004. Los hermanos desean que Bush no sea de nuevo presidente. La cuestión política funciona como un tema breve que relampaguea como la luz en el cielo.
Mediante el sistema buscado con el uso de la elipsis, la novela salta en el tiempo dos veces y alcanza el 2008. Hay una serie de sucesos que no conocemos. Pero podemos deducirlos a partir de la construcción de la trama. La secuencia más impresionante es aquella en la que Barrett, Tyler y Liz cargan una urna funeraria en un ferry que va desde Manhattan hasta Staten Island. Este capítulo está compuesto con una elisión frondosa que oculta y potencia el tono a la vez melancólico y frenético. Los sentimientos de los personajes están contados de forma justa y el espacio de la isla –con sus monolitos insuperables y sus zigurats utópicos– funciona como espejo indirecto de lo narrado.
En algunas escenas de La reina de las nieves importa menos la acción que el aire poético que respiramos o el sentido filosófico de la secuencia (no es ocioso el uso del término: en algunos tramos, la novela puede leerse como un guión con atmósferas evocativas). Cunningham escapa a la forma del realismo minimalista de la generación que le precede. Quizás este sea uno de los logros del libro. Un autor alcanza su voz cuando ha logrado procesar la angustia de las influencias y ha producido un quiebre con el pasado y un despliegue de la tradición a través de una variación personal. Efectivamente, pienso en “Kafka y sus precursores”, de Borges, y en el crítico más borgesiano que Borges: Harold Bloom. Este proceso complejo aparece en La reina de las nieves como un plus estético. Y convierte a la novela en una propuesta narrativa elíptica, reflexiva y contundente.

La reina de las nieves (2016)
Autor: Michael Cunningham
Editorial: Lumen
Género: novela

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