Por Analía Pinto
Los géneros literarios también se modernizan, evolucionan, cambian, aunque conservan algunas características esenciales que nos permiten seguir acudiendo a ellos. En el caso de la novela de aprendizaje (o de iniciación o de formación o su denominación original en alemán, Bildungsroman) sucede algo similar. Esta clase de novelas, en las que un joven héroe moderno debe pasar por una serie de peripecias para salir transformado, al cabo de ellas, en un hombre íntegro, son un claro fruto de la Ilustración y su ansia de civilización. Según Ilse M. de Brugger, en este tipo de novelas “se enfoca la vida del hombre desde su juventud, como trayectoria en la cual el individuo, gracias a múltiples y contradictorios contactos con el mundo que lo rodea, va realizando su formación íntegra de acuerdo con sus propias disposiciones”.
Es exactamente eso lo que ocurre en La Huevósfera de Franco Dall’Oste (Club Hem, 2015). Claro que hay algunas diferencias, debidas mayormente al (para seguir germánica) Zeitgeist reinante. Y si antes los protagonistas debían sortear toda clase de dificultades y retos, sobre todo morales, para convertirse finalmente en ciudadanos de bien, en la posmoderna actualidad las dificultades y los retos son otros. Fresco de época, de usos y costumbres, de las inquietudes de una ciudad universitaria como La Plata (pero también de otras ciudades, como Córdoba y Rosario), La Huevósfera es también una indagación sobre las nuevas formas del amor, de la amistad y del desparpajo.
Sus protagonistas no saben bien hacia dónde van ni qué quieren de sus vidas (una de ellas, Pilar, todo lo que quiere es “irse”, ni siquiera sabe muy bien dónde, sólo sabe que lo que quiere es irse, no estudiar ni nada, irse simplemente) y van errando de fiesta en fiesta, de resaca en resaca, de un alucinógeno al próximo, de una relación a la siguiente, de mate en mate, de cigarrillo a cigarrillo. Si en los setenta la furia punk gritaba que no había futuro, la generación retratada en La Huevósfera lo grafica ampliamente. Y no lo hace con angustia, apenas con un dejo de inquietud o una ligera sombra de duda.
Pensiones de mala muerte, departamentos oscuros como “La Cueva”, revolucionarios convocados no se sabe muy bien por qué o por quién que pernoctan en bolsas de dormir en las frías aulas de una universidad, alocados paseos nocturnos en autos nada glamorosos, boliches antológicos de la ciudad de las diagonales como Pura Vida, desfilan por la novela con estética de video-clip, mientras se registran los pensamientos y las sensaciones de su protagonista principal, Juan. Todo pasa y poco queda, todo es devorado por “la huevada” y convertido rápidamente en ceniza, como los incontables cigarrillos de toda especie que fuman los protagonistas.
El kaos, así, con k, reina en la vida de los amigos “hijos de los noventas” (El Extraño, Pedro, Andrés, Ian y otros) que conviven consigo mismos y con sus deseos, con sus asombros y sus devaneos, con “frikis hermosas” y “loquitas”, con patovas y transas, en un mundo en el que “ya no hay una verdad, ahora hay tweets, y mensajes, y estados, y teclas y más teclas, y caracteres y soledad, y sociabilización, y aborto, y ateísmo, y fe, y nihilismo, y bailes exóticos, y trata de blancas”.
La Huevósfera es una posmoderna novela de aprendizaje que identifica de inmediato a quienes hoy andan por los veintipico largos o los treintipico cortos y que muestra un mundo y un modo de estar en ese mundo que a los habitantes de generaciones anteriores nos genera una suerte de ternura desgarrada.
La Huevósfera (2015)
Autor: Franco Dall’Oste
Editorial: Club Hem
Género: novela