Por Miguel Sardegna
Desfilan por 25 noches de insomnio, de Marcelo di Marco, zombis espectrales, sabrosos “peperoncinis”, brujas, psicólogos lacanianos, chicas vampiro, justicieros palermitanos, empleados del Ministerio de Cultura. Abunda la magia o, más que la magia, la hechicería.
Editorial Bärenhaus se reservó una letra chorreante para los títulos de los veinticinco cuentos, ilustraciones de un fémur, de una calavera, garras, algún ojo saltón. Una esquina chorrea sangre verde. Se trata de una edición moderna y arriesgada, que hasta incluye códigos QR para descargar un cuento leído por el propio autor o para suscribirse a su canal de tips de escritura de YouTube.
Después de este bombardeo a los sentidos, lo que llama la atención es la marginalia del final del libro, en la que di Marco cuenta el backstage de cada cuento, al estilo de Stephen King. Esas notas le sirven para hablar de la literatura y la vida. Di Marco no esconde sus opiniones, no las disfraza. Es un gesto que lo lleva a confesarse en varios planos, no solo los artísticos. Hay una incómoda incorrección política, una mirada ácida y combativa contra nuestro tiempo. Di Marco dice sus cosas sin vueltas, directo como es directa la literatura que le gusta y escribe. Pero también es capaz de confesiones más personales, como la que suelta en “Nunca la soledad fue tan oscura”. El cuento es atroz, relata un recuerdo de infancia soterrado. Y di Marco nos dice: no sé si me pasó a mí o lo inventé.
La mecánica de algunos cuentos transporta a Poe. Con cuentos así, la cabeza enseguida piensa en arquetipos y esencias. San Poe de Boston, en palabras del propio di Marco. Un Poe moderno, con Ipads, Macbooks y Plays, pero fiel a la idea de unidad de efecto y de eliminar cualquier elemento superfluo. El cuento como una flecha que da en el blanco, sin desviaciones. Di Marco reconoce la influencia de Poe, y también de O´Henry y de Scervanenco. Hasta comparte algún título con el Scerbanenco de Demasiado tarde, como “La bruja”. Sospecho que no se trata de una casualidad. Y si lo es, tanto mejor: di Marco interpreta estas serendipias como señales.
Hay una extraña voracidad que genera 25 noches, con sus cuentos breves y veloces. Es frecuente encontrarnos diciendo: “Un cuento más y a dormir”. Pero a ese cuento le sigue otro y otro más y otro. Cuesta soltar el libro. Hay algo del “demonio de la perversidad” en juego. Ese impulso que no se puede refrenar por ver qué más sigue. Jamás podrían ser veinticinco noches, como promete el título. Poe no genera esa avidez insaciable; Scervanenco, sí.
Hay un elemento que quiero destacar de 25 noches. Que otros se detengan en otras cuestiones, bosquejadas o no en estos apuntes de lector. Ya se sabe que todo libro propone múltiples puertas de entrada y de disección. Yo quiero destacar que este libro de cuentos les va a resultar útil a los aspirantes a escritor, porque di Marco revela varios trucos del oficio. Su marginalia permite asomarnos detrás del telón. Así, una nota se detiene en las diferencias entre cuento y anécdota; mientras otra explica las razones de la total ausencia de puntuación en un cuento. Y una sentencia para el cierre, que no debería pasar desapercibida: “Nadie tiene la obligación de triunfar en su vocación; pero sí tiene la obligación moral de seguirla, y además de intentar hacerlo de la mejor manera posible”.
25 noches de insomnio (2017)
Autor: Marcelo di Marco
Editorial: Bärenhaus
Género: cuento
¡Muchas gracias, Miguel Sardegna y Pablo Méndez, por esta reseña es-pec-ta-cu-lar!
Maravilloso libro. Apenas lo adquirí, lo leí en un rato, y cada tanto, antes de dormir releo algún cuento, para autoinfligirme deliciosas pesadillas.
¡Muchas gracias, Garri, fuerte abrazo!