Por Valentina Vidal
La vida de un artista como Luis Alberto Spinetta puede significar diferentes cosas para cada uno de nosotros, pero hay una que nadie puede negar. Luis aportó mucho más que un puñado de inspiradas canciones, dejó una forma de vivir y de entregar su música que cambió la vida de muchísimas personas.
Dentro de las múltiples variaciones de interpretación de la vida de Spinetta, de toda la narrativa con la que se puede explorar su obra, nos encontramos con Spinetta. Mito y Mitología de Mara Favoretto (Gourmet Musical, 2017). El trabajo que realizó Favoretto, es un análisis de Luis como mito, como forma de leer el tiempo que le tocó vivir y que está analizada desde algunos de sus trabajos:
Alma de diamante. Función mística.
Todas las hojas son del viento. Función cosmológica.
Resumen porteño. Función Social.
Despiértate nena. Función pedagógica.
Conclusión. Contra todos los males de este mundo.
Favoretto hace un análisis exhaustivo de sus letras, abordándolo con academicismo pero también con un fervor que no reprime. No ahorra en referencias documentadas como tampoco en información poco conocida y creo que este es uno de los valores más destacados del libro. ¿Fue El Flaco un poeta? ¿Fue un músico cósmico? Cada quién le dará su propio valor. Lo que Mara Favoretto logra, es animarse a desentrañar esas preguntas y hacerse de citas, observaciones, y sus propias reflexiones para explicar, o al menos intentar, todas las puertas a las que El Flaco les sacó la llave.
“Por el eclecticismo de su obra, a veces la estructura de la misma puede ser en apariencia caótica. Sin embargo, al entenderla y analizarla como una mitología se torna sumamente coherente, como un rompecabezas dónde cada pieza tiene su lugar en el todo. A la vez, este corpus lírico sostiene la mitificación de la figura del músico que ha realizado el público en general, quien a nivel privado se identifica como parte de la sociedad a la que pertenece y de la cultura que manifiesta. Luis Alberto Spinetta vino a cumplir una misión entre nosotros. Llenó un espacio espiritual que habían dejado vacío las ideologías y las religiones. Había un hueco que llenar y él lo entendía.”
Más allá de que Spinetta habría rechazado con una sonrisa que hacía crecer las flores, este lugar casi religioso, no es errado asumir que sí ocupó un lugar desierto en un mundo que siempre se nos presenta cruel y desconfiado de falsos profetas.
Particularmente, tuve la suerte de cruzarme dos veces con Spinetta. La primera fue cuando era una niña. Mis viejos, en ese entonces dos jóvenes artistas plásticos del instituto Di Tella y yo, estábamos en la casa del fotógrafo Oscar Bony, en lo que recuerdo como una fiesta con escaleras de acrílico transparente y música psicodélica. Estábamos ahí, supongo, observándolo todo, cuando se escucha una voz que los llama de forma entusiasta a mis viejos. Era Luis Alberto con sus rulos, sus pantalones Oxford y una mirada iluminada que se acercó y nos abrazó a los tres con una calidez estremecedora. En ese entonces, toda la comunidad artística se conocía entre sí, y sostenían el discurso del amor desde la puesta en acto. Él, que ya había formado Invisible, estaba lejos de ser esa clase de músico estrella inalcanzable. No, él abría sus brazos y se entregaba en cada saludo desplegándolo todo y dibujando lazos para formar una red de contención desde el amor y la humildad.
La segunda vez, yo era una adolescente que tocaba el bajo en una banda y tuve la suerte de asistir a una de sus clínicas musicales. Lo recuerdo en un escenario pequeño, de pie frente a unas treinta personas, mirándonos con ternura. Se quedó en silencio así un largo rato hasta que agarró su guitarra eléctrica y empezó a tocar unos acordes, pidiéndole a Jota Morelli que toque una base. La ejecución era perfecta. La guitarra y el bombo podían marcar el ritmo del mundo, así se estuviera en una canoa en medio del océano con olas de quince metros. El Flaco nos miraba, hasta que hizo un gesto y Jota Morelli dejó de tocar y entonces nos dijo: “¿qué escucharon? ¿Escucharon el silencio? ¿Se pueden imaginar la música sin el silencio? Todos se aferran al ritmo, al tempo, como si fuera lo más importante y pierden la oportunidad de ser humanos. Corránse. Aprendan, disfruten de lo imperfecto y del silencio. Si no sólo seremos máquinas.”
Spinetta, mito y mitología, es una forma más de acercarnos a un gigante que compuso canciones que respiraron el pulso de más de treinta años de historia. Historia por momentos despiadada, de la que Spinetta supo transpolar el dolor en música y en una narrativa poética que sigue cobrando forma hasta hoy. Y esto se puede ver y explicar cuando alguien que no haya sido especialmente un fan de su obra, puede nombrar al menos cinco canciones de Luis Alberto que lo conmueven. Por lo pronto, en esta novedosa e interesante lectura del Flaco, nos lleva a lugares nunca visitados de los que estoy segura, lo harían sonreír otra vez.
Spinetta. Mito y mitología (2017)
Autora: Mara Favoretto
Editorial: Gourmet Musical
Género: ensayo