Por Pablo Méndez

11- Los preparados (Obloska, 2020) de Sebastián Chilano. Desde el punto de vista estructural se puede decir que esta novela está enlazada por relatos. Y aborda desde distintos puntos temáticas relacionadas con la también profesión del autor: Chilano es médico. Pero hay una tercera capa en este sentido, Sebastián Chilano es el narrador y protagonista de las historias. Este juego de espejos y de géneros, ficción y autobiografía se enredan intencionalmente, proponen una lectura partida, y allí radica la sensibilidad del texto. Sobre todo porque los tópicos en los que ahonda la obra pinchan la susceptibilidad de los lectores: las distintas dimensiones de la muerte, concepto cuyas variables nunca son ajenas a la neurosis colectiva. Novela donde no hay blindaje, porque la enfermad y la muerte, y todos los detalles que de ellas se desprenden, nunca se abstienen del dolor y la pena.

12- La bahía (Chai, 2022) de Cynan Jones. Tercer título publicado por la editorial del autor galés donde la relación entre el hombre y el ambiente funcionan como columna vertebral del relato. Tras una inesperada tormenta un hombre en su kayak es alcanzado por un rayo y resulta herido, cuando se recompone sin nada a la vista que lo conduzca a su salvación comienza un delirio discursivo que lo enfrenta con la desoladora realidad y las posibilidades de supervivencia. En ese enfrentamiento entre la inmensidad de la naturaleza y la insignificancia del ser humano radica la importancia de la novela. Con una estructura que se acerca al fluir de la conciencia, con una sintaxis módica y de estilo parco, la narración acompaña al protagonista que intenta recomponer su memoria fragmentada, que lucha con las secuelas que dejó en su cuerpo ese rapto de inclemencia climática. La poética ascética, tan presente Días sin lluvia y La tejonera (las dos novelas anteriores publicadas por la editorial), nos hace suspendernos en una lectura reflexiva y con la tensión necesaria para volverla hipnótica.

13- Divorcio (Corregidor, 2021) de Ricardo Lísias. Este libro tuvo mucha repercusión mediática en Brasil: revuelo causado porque el autor contaba la trastienda del final de su vida marital. Es así como cualquier análisis debe estar inmerso en los andariveles de la autoficción como género. Escritor, narrador y personaje, cuestión tripartita que emerge como uno de los tópicos más analizados en la literatura contemporánea. De las muchas reflexiones, por supuesto, es importante analizar las estrategias narrativas utilizadas, que este caso en particular, se superponen y permiten hacer una radiografía estilística del autor. La utilización de la vida íntima, el manto gris entro lo real y la ficción, se intercalan en un loop constante que difuminan los límites del lenguaje para subvertirlo. En pocas palabras, Lísias utiliza la indiscreción como arma literaria, algo que no siempre se nota en mucha de la literatura actual que transita la autobiografía con una languidez a prueba de balas.

14- Trenes vacíos (Azul Francia, 2022) de Ana Caldeiro. En este volúmen de cuentos, la autora indaga sobre cuestiones sobre experiencias microscópicas, sobre fragmentos de comprobaciones existenciales, siempre en una calma que contiene un estallido sordo. Algunos relatos dan la sensación de vivencias cuyo origen no manifiesto se suspende latente, y que en el devenir de su desarrollo la trama se deshoja en una tibia melancolía. Cada historia se parte en dos universos que se amalgaman y se confunden, con la pericia de estar estancados en los bordes de un territorio difuso. La narrativa de Caldeiro no horada en lo absoluto, intenta borrar la distancia de lo intencional, para dar camino a lo intuitivo. El pálpito como materia prima de lo literario.

15- Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja (Fiordo, 2022) de Rivka Galchen. La segunda novela de Rivka Galchen después de su aclamado debut en 2008, Perturbaciones atmosféricas, nos traslada a principios del siglo XVII en la ciudad alemana de Leonberg, donde todos se conocen y abundan los rumores de brujería. Katharina Kepler, una viuda analfabeta, madre del célebre astrónomo Johannes Kepler, es acusada de hechicería. El relato, polifónico, es muy divertido e ingenioso y pone a una sociedad que se deshace por el pánico moral. Galchen entreteje de manera experta una historia contada desde múltiples perspectivas, mostrando lo fácil que es para una mentalidad arcaica afianzarse en un clima de miedo e ignorancia cuando una mujer simplemente existe fuera de la norma. Traducido por primera vez al español en esta edición, la editorial Fiordo nos trae una novela sobre la ansiedad social anidada en estamentos ya caducos pero vigentes.

16- U. (Evaristo, 2022) de Martín Sancia Kawamichi. Cada novela del autor es un pequeño acontecimiento literario. Quienes hayan leído Hotaru, Shunga, o la más reciente Sugøküse, sabrán que su narrativa, en el universo, temporalidad y temática distintiva de cada libro, presenta una poética sostenida por hilos delicados, traídos de lugares exóticos: metáforas imperecederas de latitudes lejanas. Y U. no es la excepción. Una sinopsis podría hasta desmejorar cualquier iniciativa analítica, lo que sí es menester es que en esta historia que comienza en el famoso 9 de julio en el que nevó, Úrsula comenzará un raid mental donde la realidad y todos sus componentes están maquillados de corrosión. Un texto donde la balanza de esa prosa poética sutil y cadenciosa se entrelaza con los trazos de una severidad exacerbada. Martín Sancia Kawamichi logra atemperar cualquier rastro de locura con azotes de la más pura ternura.

17- Patio de cuervos (Crack-Up, 2022) de Genniol. El mítico performer y uno de los emblemas del under porteño de los años ochenta, en esta oportunidad se calza los guantes de las letras para ofrecernos una novela que cuenta las peripecias de su alter ego, Aníbal Poccá, en la temible y legendaria cárcel de Siberia, en la ex URSS. Los capítulos se articulan como breves crónicas que introducen el accionar delictivo del protagonista, la llegada a la ingente madre Rusia donde caerá preso, la experiencia tras los muros bajo el panóptico burocrático comunista y la relación que mantiene con una variopinta galería de personajes apodados sustantivamente. El pulso exacto y sin ornamentos estilísticos acercan el texto a la narrativa viajera, no lejos del barro en las botas de un Arlt ochentero, por supuesto, con las dosis necesarias de humor y delirio propios del intelecto payasesco del autor. Es una novela, pero también tiene el ritmo de un extenso monólogo en tercera persona, una voz parlante hipnótica que mantiene a los espectadores con una mueca sonriente en la boca y con un tremendo nudo en la garganta.

18- Intrusos (Hwarang, 2022) de Jung Hyug Yong. Este autor finalista del Premio Segye, nos introduce un personaje anónimo, con un pasado que no quiere mencionar, con el único objetivo de transitar las alcantarillas de Seúl. Novela que en su desarrollo nos envuelve en el ambiente subterráneo del género Noir. El alcohol, el espíritu antisocial, la lectura, son los vicios de un protagonista que poco a poco se acerca al destino del que escapa y da cuenta de su continua huída con el destino de siempre ser un forastero. Bajo el escenario de una urbanidad decadente (lado B de la capital surcoreana), y bajo la referencia explícita del Chinaski de Bukowski, la novela despliega un realismo sucio y solitario. Nueva apuesta de una editorial que rescata la literatura corearan de calidad y nos acerca a su cultura.

19- Actos mínimos (Kintsugi, 2022) de Carlos Battilana. Estos fragmentos, que toman la forma de reflexiones, de cotejos poéticos, de recuerdos imprescindibles, de artefactos ensayísticos, ubican a Carlos Battilana como un autor cuya apertura permite la contemplación no solo de un avezado manejo del lenguaje también de sus recurrencias intelectuales. En cada breve texto, en su enumeración emocional, se forma un corpus de la literatura de Battilana: el silencio que potencia la poesía, el anecdotario de sus lecturas, el amparo visual de las palabras. Un libro lúdico, para subrayar, para estirar palabras en los márgenes, para volver a él como quien vuelve a una canción. Battilana nos hace viajar por el mundo flotante.

20- Cuadernos del imposible retorno a Pangea (Amauta & Yaguar, 2022) de Yuliana Ortíz Ruano. Las primeras palabras deben ser categóricas: la poesía es el lado reversible de la búsqueda de un tesoro; es decir, primero está el tesoro y por eso emprendemos una búsqueda. El poemario de Yuliana Ortíz Ruano es de una belleza que impone un camino. No hay artificios, es la pluma andariega que visita el inicio de un todo, la encrucijada de los límites que comienzan a ser otros. Y esa visión montada en palabras desde el cenital, un muestrario de vida animal, de vida vegetal, de tierra y aire, de mareas altas. Pangea, ese gran continente que era madre de lo vívido, auscultado por los versos ardientes de una poeta que envuelve de significación el encanto de la contemplación. Como un ombligo que desemboca en la Vía Láctea/ ¿Quién le puso nombre?/¿Por qué lo hicieron?