Por Ariel Fernández
Desde la filosofía Aristotélica entre otros pensamientos, desde el deseo más violento y desde la condición humana, quizás sea la búsqueda de la felicidad lo que nos mantiene vivos. En Cuando el peligro es pequeño somos felices (Mardulce 2019), Victoria Schcolnik con una prosa seca que corta el suspiro del lector, muestra que ese camino a la felicidad es imposible sin atravesar riesgos, dolores, y los peligros inherentes a la existencia misma.
Lobo tiene su infierno, un dolor íntimo que lo lastima y expande esquirlas hacia cualquiera que se le acerque. Entonces se pregunta: ¿Sobrevivir es eso o aprender a estar en el dolor, esa especie de la luz que todo lo demuestra?
Anna lo ayuda (lo intenta) y en el mismo movimiento acrecienta las marcas del dolor, un dolor que por la simbiosis del amor abre sus propias heridas, sus propios miedos, sus propios fantasmas, donde cada castigo es una manera de intentar curarse.
Entre ambos, se crea un nuevo pacto que los aleja en tiempo y espacio, pero los acerca a la fragilidad de lo construido, a los errores que no se eligen, a las formas de evasión que cualquiera practica frente al dolor, a las sombras de una felicidad que lentamente se aleja.
Entonces la lucha de la pareja se bifurca en luchas individuales, en peleas con el recuerdo y los proyectos olvidados. Pero es un enfrentamiento que no se abandona, que atrapa al lector, porque hay miedo y alivio de ser y no ser Lobo, de ser y no ser Anna; y la lectura avanza y caemos en la cuenta, que efectivamente los peligros pequeños son la posibilidad más sencilla de acercarnos a la felicidad, y así entendemos que toda historia de amor, es en definitiva, una historia de fantasmas.
Cuando el peligro es pequeño somos felices (2018)
Autora: Victoria Schcolnik
Editorial: Mardulce
Género: novela
Complemento circunstancial musical: