Por Diego E. Suárez
El quinto capítulo de Juan Moreira se titula “Por la pendiente del crimen”. ¿Acaso la parodia lo es? Imitación burlesca de una obra seria, la parodia supone el derrocamiento de un “héroe” y la afirmación de un “mundo al revés”; hunde sus raíces en lo carnavalesco para subvertir la palabra dominante y los valores jerárquicos tradicionales; su naturaleza es esencialmente contestataria.
Poemas contra un ventilador de Horacio Fiebelkorn es un libro que rueda por la pendiente del bello crimen de la parodia, aunque no necesariamente en caída libre. También rebota, vuelve, se proyecta.
El primer tumbo lo da sobre la forma, y ojo con meter la pata en la vizcachera del poema en prosa o comer el mío-mío del paratexto. Con la excepción de “Cuatro fracasos al precio de uno”, “Tríptico rencoroso” e “Historia”, por estas páginas pululan microrrelatos, a los que lo narrativo no les quita lo poético.
Segundo tumbo: sobre el linaje textual. Éste es un caer hacia atrás, como rebobinando, porque la lección es famosa: Cada escritor crea a sus precursores (y a cada Kafka le llega su Jorge Luis). Para no ir tan lejos (hasta Homero, Aristófanes, Cervantes y Cía.) ni abundar demasiado (la parodia en la literatura argentina es un tema que merece un desarrollo aparte), mencionemos nada más el caso de Conrado Nalé Roxlo y su Antología Apócrifa, de 1944, que bajo la deformación humorística del pastiche, como él lo llama, va del verso a la prosa “A la manera de…” Unamuno, Góngora, Neruda, Borges, et alter, así como Fiebelkorn hace lo propio a la manera de Ernesto Cardenal en el ya mencionado “Tríptico…”: “Esta será mi venganza:/ escribir un poema de amor/ y que todos piensen que es para otra.”
Tercer tumbo: la profanación. Si sacralizar –la idea es de Agamben– implica apartar ciertas cosas de la esfera de lo terrenal, profanarlas es restituirlas al libre uso humano. El autor se permite (permitiéndonos) ciertas profanaciones, tales como “J. L.”, que comienza: “Fui al chino, y lo sentía cerca de mí, pendiente de mí…”.
Cuarto y último vuelco, hacia el zenit (con Juanele de la mano): Algo que comparten los veintiséis textos que componen este libro es cierto halo de ambivalencia que nos mantiene, al mismo tiempo, pendientes de la coda y de los hilos de voz que susurran en el fondo. La parodia pasa de ser un procedimiento de escritura a una clave de lectura en son de homenaje –tal vez– a Cortázar, a Blaisten, a Masliah y a la mismísima Patafísica, o al Calvino de Las Ciudades Invisibles, por ejemplo, en “Ofelia en la ciudad huevo”; líneas y más líneas hipotéticas tiradas hacia experiencias de goce (poli)textual.
Fiebelkorn ha conseguido aquí algo no frecuente: unir poesía y risa. El epíteto “poeta irreverente” resulta siempre redundante, pues todo gesto profundamente poético es irreverente a su manera. Uno de los aportes de la poesía es el estímulo de una sensibilidad lateral que nos abra la puerta para salirnos de lo preestablecido. ¡Y vaya si la ironía, la parodia, la ambigüedad, no son caminos expeditos para esa liberación!
Poemas contra un ventilador (2019)
Autor: Horacio Fiebelkorn
Editorial: Caleta Olivia
Géneros: poesía, microficción
Complemento circunstancial musical: