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Reseña #45- La muerte espera debajo de las olas

 

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Por Verónica Pérez Arango

 

La poesía lleva y trae cosas” dice Selva Almada en la contratapa de La escafandra, el último libro de poemas de Patricio Foglia -editado bajo el ojo detallista de mágicas naranjas- que inaugura una nueva colección dirigida a adolescentes. Así es como la lectura la llevó a Selva a Gilgamesh y al regreso silencioso de su tío cosechero al hogar. A mí, en cambio, La escafandra me transportó a sitios muy disímiles entre sí: mis primeras lecturas de infancia, Verne y el capitán Nemo en La isla misteriosa, los mitos griegos, La invención de Morel, las máscaras balinesas, el nadador de Viel Témperley, el mundo submarino de Jacques Cousteau, las fotos de las vacaciones en una playa despoblada cuando era chica.

El extenso poema de Patricio Foglia, acompañado de las imágenes en blanco y negro, sugerentes y misteriosas, creadas por Otto Passenheim y María Valeria Chinnici, retoma el motivo recurrente del mar, que es siempre una fuente inagotable. Las incansables olas mecen a los poetas del mundo. Y a orillas de estas aguas saladas, hay una playa detenida en un atardecer color oro, un espacio recóndito y apartado que parece previo a la cultura; no hay ruinas ni rastros humanos del presente o de alguna civilización antigua, como si nada, salvo el sol, hubiera jamás tocado esas arenas. Una playa fuera del tiempo. ¿O serán, quizás, las últimas arenas, lo que queda de la última playa posible, ya sin huellas de nada, simplemente el fin del mundo?

Sí hay, sin embargo, una presencia fantasmática que parecía tener unos/quinientos años, desgraciadamente eterna, un semidios que camina y camina/ hasta traspasar una frontera nebulosa/ hasta alcanzar el éxtasis. Es un antiguo traje submarino que cada tarde es observado por el yo lírico del poema. Este último está apartado y mira de afuera, mejor dicho espía, las peripecias del traje submarino con escafandra. Y no puede más que sentirse fascinado. Atraido y enamorado del otro-escafandra, el otro tapado, escondido. No puede dejar de desear ser el otro.

Escribo “traje con escafandra” porque no hay cuerpo ahí. Lo que se desplaza como en una especie de ritual diario es exactamente eso, una cosa: un traje de buzo que se pone una antigua escafandra para ir a fundirse con el mar. Solo. No hay cuerpo adentro de ese traje adaptado al paso del tiempo. La repetición de la acción y la diaria procesión de autómata lo alejan de la humanidad. Entonces otra vez la alienación y la soledad, dos temas sobre los que el autor viene insistiendo desde sus libros anteriores, Témperley y Lugano I y II. Dice Foglia: espectro, que muere porque no muere, recuerdo, ángel marítimo. Y ahí los versos que desde el principio se han ido sucediendo en abanico, desplegando cada uno de ellos una imagen diferente, armando todo el poema, llegan a la palabra medianoche. Como en algunos relatos folclóricos, en ese momento inquietante cuando la noche se parte en dos, ocurre la metamorfosis del yo que habla en el poema. No en príncipe. No en hombre lobo. La transformación en el otro.

Convertirse en el otro admirado a través del símbolo-escafandra-máscara. Parecido a un actor ensayando su último papel antes de morir, el yo se pone la máscara de un fantasma y algo se modifica con esa representación: el clímax del poema se torna terrorífico: los ojos del yo se vuelven alcalinos; la mirada cambia; alguien sin cuerpo camina por la playa, no sabe si sus pasos son sus pasos o no; la piel ya no es carne sino hojalata. ¿Es un muerto-vivo? ¿El mismo traje submarino condenado a la vida eterna en soledad? Alrededor, cada átomo es una burbuja, y el nuevo yo-otro se sumerge, otra vez , de a poco en el mar, como si la muerte lo esperara cada noche debajo de las olas.

 

La escafandra (2015)

Autor: Patricio Foglia

Editorial: mágicas naranjas

Género: poesía

Un comentario

  1. Gracias, Verónica, por tu lectura atenta y minuciosa. Abrazo

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