Por Malcon Perucca Montorfano
“Siempre, a cada instante, estamos corriendo el riesgo de que los símbolos queden vacíos, de que se conviertan <en una cáscara>”. La mar en coche. Historia cultural de la Biblioteca Vigil. 1957-1977, de Joaquín George, fue editado en septiembre de 2018 por Driblin. Este libro viene a rescatar la memoria de uno de los proyectos culturales más grandes de Latinoamérica, a torcer el brazo de ese vacío, de esa cáscara. No para llenarlo, sino para encender un fuego.
El pasado ya no existe, lo que existe es el sentido que se le da a ese pasado. He aquí el valor cultural que carga la artesanía de sus páginas. Artesanía de artesanías, que hilvana y entrama a través de relatos, entrevistas, detalles captados en palabras y sentires/pensares del autor, un trabajo de construcción colectiva. Trabajo que encuentra su despertar, en lo profundo de un barrio de la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe, en Argentina, en el sur de América del Sur, en Latinoamérica.
El proyecto cultural y político “Vigil” surge con la fuerza que caracteriza a toda obra que nace desde las necesidades más genuinas e inmediatas de un pueblo. En este caso, de lo/as vecino/as del barrio La Tablada. Al leer las páginas de “La Mar en Coche…”, se comprende lo que una vez dijo el uruguayo Artigas: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos.”
El poeta rosarino Fabricio Simeoni, solía decir que todo el tiempo queremos preguntarnos, todo el tiempo queremos respondernos. El libro constituye, en principio, una gran pregunta por querer entender, interpretar y saber qué fue la Vigil. Por eso, el lector encontrará en la aventura y acto de leer La mar…un valioso instrumento de aprendizaje, que lo irá desasnando al respecto.
El libro se organiza en tres partes: la primera, Territorio y cultura; la segunda, La actividad internacional; y la tercera, Comentarios. Su columna vertebral es, ni más ni menos, un modo de concebir la política, de organizarse para cubrir las necesidades y demandas que iban surgiendo en el territorio. Así vemos cómo surge un movimiento impulsado por vecinos que entendieron que la organización iba a transformar su contexto y, a su vez, a transformarlos. Leemos: “… se trata de la fundación de un lugar de reunión; o de encuentro… para los jóvenes del barrio que pasaban tiempo en la esquina.” En esas relaciones es donde nace esta idea de política. Más adelante seguimos leyendo que uno de los fundamentos más defendidos en la historia de la Vigil es la libertad ideológica y el carácter no partidario de la entidad. Por tanto, nos presenta una invitación implícita a involucrarnos desde una mirada política, porque no se puede ser sujetos de derechos sin tener una mirada de los acontecimientos con sentido histórico, político, económico, cultural y social.
La Vigil emerge en el barrio La Tablada, un barrio desconectado de la urbe céntrica, un barrio marginal. Emerge en los bordes, donde caen los desaventajados de siempre: locos, ancianos, enfermos de lepra, jóvenes incorregibles, niñas maltratadas, cirujas, vagabundos, inmigrantes de la Primera Guerra Mundial, mujeres recién salidas de la cárcel. Entonces, resulta ilustrativo leer en sus páginas: “El nombre del barrio se relaciona con la actividad frigorífica, nació de las tablas que se solían poner atrás de los acoplados de los camiones para que bajara el ganado.” Es por tanto imposible pensar el surgimiento de la Vigil sin considerar su contexto. Cada texto en contexto. Al leer cada página, se tiene la sensación de estar buceando a través de un tiempo más lento, de respirar aromas de la época, de ver a personajes del barrio apostando en la quiniela. Como si todo estuviera por hacerse. Joaquín grafica con una pregunta esto de la cultura popular argentina: “¿Qué pretende ganar la “viejita que hace una jugada de cincuenta centavos a un número amado” sino toda la libertad del mundo?” Siguiendo este orden de idea-azar-juego, no se puede soslayar una referencia a la famosa “Rifa de la Vigil”, cuya original implantación en forma de cuotas fue la vértebra financiera de todo el proyecto. Causa estupor leer los siguientes números en relación a la administración de la rifa: tres mil vendedores, quinientos cobradores, y siete equipos de promoción que viajaban a vender, cobrar y entregar premios en todo el país.
Las páginas de La mar en coche… vienen a rescatar el valor pedagógico del proyecto. Las escuelas que se crearon fueron de Teatro, Artes visuales, Música y Astronomía. También se puede leer sobre la compra de una cúpula de observación y de un telescopio importado desde Alemania Federal, colocado en la terraza del séptimo piso, que abrió nuevas puertas a la percepción. Era el único que había en América Latina. Me arriesgo a decir que dicho telescopio fue parte importante en la construcción de la identidad Vigil. Creo que el desarrollo y madurez de todo movimiento, ya sea en lo social como en lo singular, tiene que ver con correr los velos de la mirada. Y ese telescopio vino a tirar por el suelo un velo más. En otras palabras, vino a des-cubrir la belleza de la inmensidad, esa poética que tienen el universo, las estrellas, los cometas, la luna. Esto, inevitablemente va formando al sujeto que es atravesado por esa mirada, con las preguntas elementales de nuestra condición humana: ¿qué hay más allá?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, etc.
Párrafo aparte merece la mención a la vasta bibliografía citada. Podemos leer desde un Borges, Juan José Saer, Beatriz Sarlo, pasando por Karl Marx, Immanuel Kant, Michel Foucault, Walter Benjamín hasta Hannah Arendt, Alain Badiou, León Rozichtner, y tantos más.
Para concluir, debo decir que La mar en coche…, como su nombre insinúa, no está acabado. Cada tema que se despliega en sus hojas abre la puerta a nuevos relatos, a otros caminos y también, a un nuevo azar. Ese movimiento vital deja a la vista el impulso con el que se montó un proyecto tan inmenso como único, con la esperanza de que con este nuevo andar se dé algo del ave mitológica que resurge de las cenizas. El libro evidencia que este proyecto cultural, constituye un modo más, entre otros, de resistir al olvido, de construir un sujeto crítico opuesto a ese sujeto estándar neoliberal, desinteresado, individualista, apático, desafectado, abstraído y sin pasiones. En La mar en coche. Historia cultural de la Biblioteca Vigil. 1957-1977, vemos en su máxima expresión la necesidad que tenemos de forjar lazos sociales que derriben el miedo y la desconfianza hacia el Otro, y que encarnen en valores tales como la fraternidad, la igualdad y la libertad.
Una frase en el libro nos revela: “lo que parece absurdo, es vital.”
La mar en coche. Historia cultural de la Biblioteca Vigil. 1957-1977 (2018)
Autor: Joaquín George
Editorial: Driblin
Género: ensayo
Complemento circunstancial musical: