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Reseña #212- Reír para no llorar

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Por Narciso Rossi

La simpática escritura de Cristian Godoy nos hace partícipes de relatos en los que todo puede pasar. Y cuando se dice «todo» es Todo. La magia y la frescura de una prosa ágil y desestructurada se mezclan con historias locales, cercanas, en la que cualquiera de nosotros puede terminar siendo el protagonista. El desamor, el desencanto, el acostumbramiento y la rutina de sus personajes nos obligan a repensar la vida y abrir los ojos ante lo evidente. Las palabras cachetean pero también despabilan. ¿Hay otra forma, acaso, de responder a la realidad?

Algunos de sus relatos (“Belleza arruinada”, “Negocio con japoneses”) reflejan, según se mire, la mejor o peor parte de nosotros. Esa que cede por amor o por cariño, esa en la que se deja de ser fiel a uno mismo para complacer al otro, a quien se ama o se amó, porque en Ruidos molestos el tiempo no fluye, se estanca. El tiempo es ahora, ayer y siempre. Los fragmentos de historias que el autor nos deja ver son completamente atemporales y universales. Otros (“La alegría es como el olor a cigarrillo”, “Viaje de estudio”), rememoran aquellos acontecimientos escolares, infantojuveniles, grises y le agregan un poco de color y de aire tragicómico.

Godoy posee una mirada crítica, atenta y atrevida de la realidad (“Miss Silvina”, “Besos al aire”, “Ruidos molestos”), una mirada que a veces incomoda por lo precisa y sincera. Sus personajes son tan humanos como crudos: un excombatiente que deja de ser el héroe social para presentarse como un borracho, loco y temeroso (“Una fecha fácil”); un grupo de jóvenes que ve morir a un hombre y, en lugar de ser salvadores, opta por turnarse para mirar (“Flashdance”); pero, sobre todo, estas historias son pedazos de vida, son fragmentos de universos más grandes a los que apenas podemos acceder igual que esos mirones que corren una cortina para ver qué pasa del otro lado. Los personajes vienen y van hacia otros espacios a los que nos permiten acceder (“Acapulco”) y de los cuales, contentos, apenas saboreamos una parte. Es la creación de historias tan tangibles lo que hace de Ruidos molestos un libro de salvación, en el que debemos aprender, ante lo cotidiano, a no llorar. A reír. Siempre a reír.

Ruidos Molestos (2016)

Autor: Cristian Godoy

Editorial: Conejos

Género: cuentos

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