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Reseña #208- El amor tiene muchas maneras de morir

 

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Por Joaquín Cruzalegui

En los versos de su poema “Hojas de álbum”, John Ashbery se despacha hábilmente con una teoría sobre las pulsiones. Escribe que hay ciertos crímenes creados para la historia. Dentro de esos, y con cierta intriga, enumera las caléndulas y los paños. Después, no tarda mucho en preguntarse: “¿Qué podremos lograr, deseando?/ ¿Y que, deseando, podremos lograr?” Estas últimas líneas ilustran la primera novela de Juan Pablo Gómez (Buenos Aires, 1975).

Instinto domiciliario” (Santiago Arcos editor, 2015) camina gracias a la firmeza de sus huesos. Allí, donde realmente importa el compuesto de la sustancia, el autor plantea alrededor del amor y la muerte un constante diálogo surcado por la imbatible lassitude de un mundo que se viene abajo. La prosa se despliega como una herramienta tonal para despertar los sentidos dentro de este universo en descomposición; el letargo y la obsesión llevan al lector a recorrer las páginas de un confesionario negro y psicológico sin amilanarse por la crueldad de una rutina lenta y llena pasos en la oscuridad: “Llegamos y nos vamos del mundo sucios, humillados. Pienso en vos, Paula. Ese barro de sangre y excremento te hubiera asqueado a no ser por la inconsciencia del nacimiento, de la muerte”.

¿Hay venganza? ¿Hay culpa, en todo esto? Juan Pablo Gómez lleva al máximo las posibilidades de que sus personajes estallen de un momento a otro. Que revienten dentro de sí mismos; una implosión certera y que no deje nada de pie. El narrador, Elena, Federico, el odontólogo y las moscas. Estos, gracias al manejo de una tensión cotidiana y el suspenso de un encierro involuntario, entran y salen de escena como representaciones teatrales. Como puntadas en ese órgano extraño que habita dentro del tórax humano y regula las emociones.

La novela, en sí, no tiene sobresaltos: busca los tiempos justos para no interpelar situaciones de adrenalina o vértigo excesivo. Hay expectación y calma, una calma extraña que se revuelve mientras avanza esta historia con raíces en una “crisis de la mediana edad”. El amor tiene muchas maneras de morir, claro. Y una es descomponiéndose: el protagonista, Hernán, invita a sumergirse dentro de una locura impune. Tierna y como explica el título, domiciliaria. Donde hay algo cíclico. Que nunca termina de cerrarse, ni con el mismo final.

En “Hojas de álbum”, el poeta neoyorkino concluye haciendo otra pregunta, esta vez, furiosa y reflexiva: “Si un bicho cayera desde tan alto, ¿aterrizaría?” La misma incógnita se plantea en “Instinto Domiciliario”. Una vez descripta la caída es inevitable pensar en su final, masajear el morbo imaginando lo peor. De esto trata la novela, orquestar una muerte putrefacta y dócil, también llena de amor. ¿Cuánto se puede lograr, deseando? En los instintos domiciliarios parecen esconderse las respuestas.

Instinto domiciliario (2015)

Autor: Juan Pablo Gómez

Editorial: Santiago Arcos

Género: novela

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