Por Valentina Vidal
Una chica canta a los gritos “Are you gonna be my girl” frente al espejo de su habitación mientras toca el riff de una guitarra invisible. La euforia aumenta y llega un mensaje a su teléfono. Ella responde que sí. Del otro lado del mundo, dos chicos se besan por primera vez mientras una banda de covers toca “Atomic” de Blondie. Se miran a los ojos y explotan de risa hasta llorar. Cerca de ellos, un hombre recuerda que Roberto Bolaño pidió subir el volumen de la radio cuando sonaba “Lucha de Gigantes” en el auto que lo llevaba al hospital. Del otro lado de la pared, alguien piensa en armar una playlist para dedicarle a la chica que le gusta y conquistarla.
Ninguno de ellos volverá a ser el mismo.
De los diferentes soportes de la palabra, la canción es la que impacta con mayor rapidez. Resignifica, reinterpreta y se transforma en voz de revoluciones culturales, políticas y emocionales.
En el orígen de estas revoluciones es que indaga Letristas, la escritura que se canta. Alejandro Güerri y Federico Merea, entrevistaron a quince letristas contemporáneos con estilos dispares, para que cuenten con su propio ritmo coloquial, como es el proceso creativo que provoca turbulencias emocionales. Jorge Serrano, José Curbelo, Pipo Cipolatti, Javier Martínez, Juan Carlos Denis, Adrián Dárgelos, Ramón Ayala, Roberto Jacoby, Pablo Lescano, Paz Martínez, Dante Spinetta, Horacio Fontova, Ale Sergi, Héctor Negro y Santiago Motorizado, relatan sin vanidad sus esfuerzos por encontrar la mejor manera de decir y cantar a través su lente personal, un mundo que va a mutar y provocar de forma irreversible en el receptor cambios que excederán cualquier premeditación posible.
Cuándo Adrián Dárgelos define: “La música no tiene mensaje para dar y sin embargo te lo da, se mete como un virus dentro tuyo” habla de ese virus tan poderoso llamado canción que entra por los oídos y se clava en las vísceras aunque no lleve un mensaje dirigido a conciencia. Y es que a veces una sencilla línea dice todo lo que necesitamos escuchar, casi como un capricho. Un claro ejemplo es la canción de los Beatles, “Helter Skelter” que quizás sea una de las letras más básicas e irrelevantes del cuarteto. Sin embargo, una secta quiso interpretar que era un llamado a entrar en una casa y matar a todos los que estuvieran dentro. No todo lo dicho llega en su formato virginal, ni lo interpretado va a carecer de toda distorsión. Pero hay algo que es claro: la palabra hecha canción no pide permiso.
En otro fragmento del libro, Dárgelos habla del catatónico momento del hallazgo creativo: “cuando escribís y descubrís algo, se genera un mapa neuroquímico que libera una endorfina que da un placer enorme” y es que se vuelve algo físico. Cualquier obra artística creada con el fuego de la franqueza, provoca ese mapa neuroquímico que nace y estalla. En consecuencia, las esquirlas de ese estallido, serán como semillas que se van a quedar a la espera de otra lluvia de creatividad que las haga salir a la superficie. Y esto tiene que ver con “La fuente nutricia” de la que habla José Curbelo. “En el inicio, las culturas primero fueron ágrafas más allá de cualquier idioma. No sabían escribir, ni leer. Por lo tanto, debían memorizar lo que creaban en el instante. Es así que la improvisación poético musical es madre y padre de la canción”. Pero esto no quiere decir que la creación deba ser un caos: en la gracia de la improvisación está la métrica y el sentido. Y en esto Curbelo es claro: “hay que ajustarse al compás musical, a la estrofa y al metro. Improvisamos en versos octosilábicos porque en el idioma español se respira cada ocho sílabas. Por lo tanto los refranes y las frases sin querer, son octosilábicos, porque el pueblo español habla así”. Y acá es dónde también entra la cultura por medio del instinto, del inconsciente universal o la “Sensación Colectiva” de la que habla Ale Sergi cuando cuenta que “Tu misterioso alguien” título de una de las mejores letras de Miranda, está inspirado en un diálogo de la serie LOST convirtiéndose en una de las canciones más exitosas de la banda.
Por esto y mucho más, es que es tan atractivo este libro. Los letristas, a veces tan subestimados por la literatura, son los únicos encargados de colocar la palabra sobre melodías que pueden partir la vida en dos. Y nada más interesante que poder abordar este entramado en primera persona, dejándonos con un revolver humeante entre las manos llamado canción.
Letristas. La escritura que se canta (2015)
Autores: Alejandro Guerri. Federico Merea
Editorial: Gourmet Musical
Género: Entrevista
Excelente reseña. Lo que más rescato es que utilizando las palabras justas sin intenciones de grandilocuencia, me quedó más que claro el análisis del libro. GRACIAS!