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Reseña #508- De aquellos polvos pueden llegar nuevos lodos

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Por Ubaldo R. Olivero

En Limbo , la novelita acabada de salir del horno de Final Abierto, del ensayista Noé Jitrik que vuelve a visitarnos, reaparece el mal olor de aquellos años: la desesperación, la forzada conciencia de la impotencia, las persecuciones que sienten y padecen algunos personajes del triunviros Interior/Ocaso/Fantasma, esa terna de voces que se intenta sobreponer a los recuerdos y a las heridas que la terrible dictadura de 1976 capitaneó e impuso en estas Argentinas, y ni siquiera exiliándose algunos en México, caso de Matías y Elisa y Mauricio y Felipe Armenta, consiguen desterrar de sus pensamientos el crudo vasallaje del terror a terminar bajo el violento juicio de las picanas y las torturas y las desapariciones, aunque se empeñen, sí, según quién y quiénes en negarlo con hueras trampas de globos reductores y blandos y torpes sofismas.

¿No es necesario un ejercicio narrativo así en estos tiempos demasiados defensores de la transparencia donde combaten, a cara descubierta, la memoria y pasados bochornosos con el suspicaz e insistente afán de poderosos Medios para que olvidemos las peligrosas armas de la argumentación de peso sobre el por qué y a través de qué y hacia qué túnel sin salida? Lo que en la historia de aquellos años dolorosos, no tan lejanos, sucedió, no podrán borrarlo los falsos adoradores de una Argentina que se negó a volver a repetir un movimiento tan macabro, sin compás (cuando se amartilla un arma comienza por diluirse la música de fondo), fuera de toda legitimidad.

Limbo regresa y nos impele para recordarnos, que de aquellos polvos pueden llegar nuevos lodos, como señalara Correa en su refranero popular por allá por 1627. Las voces y sus ecos están latentes y las escuchamos como un rumor distante, amparadas sus secuencias en un lirismo discursivo de alusiones y silencios no diré que elocuentes porque no (todos acaso lo son) pero si como si pretendieran fugar esas heridas por la ventana semiabierta de una clandestinidad deseosa del regreso aunque se precise valor y otras compañías que no sean las de las cicatrices proclives a doler aunque cierren por momentos y por momentos se nieguen a. Enrique, Elisa, Matías, Mauricio, el viejo con el perro que pasea, la muchacha violada, el militar que viaja en el avión (que de tan pulcrito y ordenado se revela medio de cartón y plástico, su figura no sus acciones) y cuando Elisa está de camino a casa, las alturas que son algo así como una especie de frontera esquiva y de inclinaciones huidizas, se fueron y volvieron y quizás no desperdiciemos nuestro tiempo, por poco que sea, si nos detenemos en esta novelita donde las artes del dolor no las manejan las marionetas del resentimiento sino las consecuencias que peligran en volver a revivirse de no poner el cabestro a tiempo al caballo del desconocimiento. No lo permitamos y entremos en este canto que nos convoca, Pasen, Escuchen, Cotejen ¿no es tan doloroso el exilio de esos personajes en tiempo de la dictadura de Videla como el voltear la cara como si la Historia no se vengara de nosotros cuando nos empeñamos en desconocer la urdimbre de las tramas que la tejen?

Limbo  no es una novela, es el amago de un espejo. Y en ocasiones, consuelo poco saludable si se quiere,  los espejos tienden a multiplicarse. Ojo que en palabras de uno de los narradores de la novela-espejo “no siempre se llega a donde se regresa”. No se claudica permanentemente ante un cristal azogado porque puede llegar a romperse en treinta mil pedazos. Y mejor no nos falte el magisterio sapiente de un Noé Jitrik para refrescarnos ciertos pasados, no tan recientes, que quien sabe si pueden repetirse.

 

Limbo (2017)

Autor: Noé Jitrik

Editorial: Final Abierto

Género: novela

 

  

 

  

 

 

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