Por Josefina Fonseca
¿Quién habla en la voz de una bestia ventrílocua? O mejor: ¿a quién hace hablar? En Polva (La idea fija, 2015), Leonardo Longhi construye la voz de un narrador-jauría, una suerte de grito de caza que va individualizándose hasta llegar al aullido político de una bestia-hombre que mastica y es masticada por el polvo de la otredad. Un largo poema alucinado que funde la queja, la furia y la disconformidad en una lírica de sentidos difíciles de abarcar.
El universo de Polva es réplica de la hostilidad mercantil de los espacios que habitamos. La depredación impera entonces no sólo como regla, sino también como fin: “Objetivo, tascar y deglutir/ Saltar al cuello”. “Pero quién habla”, pregunta el narrador. Podríamos arriesgar que a través de la bestia hablan quienes no tienen voz, quienes alimentan con la tracción de su esfuerzo un sistema que sólo los incluye para consumirlos. “Ser parte es un privilegio”, dice Longhi a modo de introducción. Y el poema, como un desgarro, asume el destino marginal del narrador: “Se puede ir y venir y jamás saber algo de las sombras y la luz/ Eso aprendí yendo y viniendo y siendo sombra y luz// La oscuridad es lo último que se pierde”.
En esa oscuridad sobreviven las bestias. Es ahí donde se reconocen: “A mí me gustan esas bocas desdentadas y los teros en la lluvia/ Me gustan las locas que se arañan pecho y espalda// Las muertas vivas, los esqueletos con hilachas/ Las multitudes de sedientos/ Los que se devoran desde afuera”. Parece ser ese el lugar al que corren las bestias: al horizonte seco, a donde los dientes rechinan de polvo. “Territorio,/ Cuerpo nuestro”, reza la voz. La ley que rige la selva hermana los cuerpos y los enfrenta. Ser el territorio, entonces, es también luchar contra él.
No es mío lo que piso
Son rastros de la especie pisada sobre el barro
Las cosas en que pienso
Son aquellas cosas pasadas pisadas
Posadas en el aire, hechas polvo
Pólvora en la memoria
Territorio la especie que se apaga
Y cuida de mí que no soy nadie
Nadie para ellos ni para mí
Soy la especie que camina hacia un lugar secreto
Me ven y piensan que voy o que ando a tientas
Pero mi estela brama a ras del piso
El colmo de la especie no es andar a tientas
En este barrio abonado por la propia extinción
El barro se hace verdadero en las cosas
Cuando meo sobre ellas
Arde como un lirio alado
El que me oye sabe lo que no puedo decir lo que digo
El que me oye está loco
En el colmo
Me confunde con aspiraciones
De la especie
Como esa forma crece hasta confundirse
Con el humo blanco que se espanta de la polva tierra
Agazapado
Ese sonido
En el espacio se ilumina
En su caja de cartón el mundo tiembla
Y no se apaga más
Polva (2015)
Autor: Leonardo Longui
Editorial: La Idea Fija
Género: poesía