Por Mariana S. López
Palabras, palabras y más palabras son las que aparecen en una consulta psicoanalítica; ellas son las que, organizadas en un relato, tratan de traducir el síntoma atravesado en el cuerpo. Así el psicoanalista intenta volverse cartógrafo de la materialidad compleja que es su paciente, con quien mantiene un vínculo basado en la confianza y fe. Los libros, en general, cristalizan la relación de confianza y fe entre el escritor y el lector pero de otra manera, es el escritor quien da su discurso y el lector quien acomoda sus disposiciones y humores al texto soportado en un libro.
Si alguien comenzó la lectura de esta reseña es probable que en esta instancia se haya dormido o la haya abandonado pero el párrafo anterior resulta de gran importancia para hablar de El diván francés por dos motivos:
El primero es que la novela gira alrededor de las visitas que la protagonista realiza a un psicólogo durante su niñez para elaborar un trauma familiar. Es tan importante el vínculo con el analista que condicionará sus elecciones adultas y marcará los tiempos de la historia. Si ella decide ser psicóloga es debido a esa realidad metadiscursiva de su aquí y ahora, su relación con sus padres y del vínculo construido competencia a competencia con su hermano. Es que el psicoanálisis, así como en todos los que somos sus acólitos, da forma a la historia, aquellas cosas que le pasan a esa niña – mujer, sus decisiones y temblores. Pero también influye el tiempo del relato. El tempo y el ritmo con los que López nos deja entrar a estas vidas son modelados por el psicoanálisis. Fragmentos de recuerdos, un ir y venir en la historia y los momentos para detenerse en el análisis de lo inexorable marcan ese camino psicológico.
El segundo motivo es que la novela es un vergel de sensibilidades atmosféricas y corporales. La escritora logra a través de un narrador en primera persona, que el lector esté en la estancia familiar, que sufra las alucinaciones del padre, las abyecciones de la madre, el dolor por la enfermedad que crece dentro de Rómulo como si lo estuviera viviendo en carne propia; la autora crea un mise en scene que envuelve al lector en las atmósferas del verano campestre, de la Buenos Aires solitaria o del París que arma la vida adulta de la protagonista, leer esta novela es dejar de ser un lector para ser un personaje más.
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La literatura ocupa un un rol central en esta novela. Libros que aparecen una y otra vez desde la infancia, reiteración que salvan a la protagonista y a la vez la hunden en ese pasado, en esa vida que siempre está con ella. Referencias que nos hacen escarbar en nuestra biblioteca para conocer las referencias, que nos hacen “comprender que lo que te da terror te define mejor”, como dice Gabo Ferro.
El diván francés (2016)
Autora: Silvia López
Editorial: Paradiso
Género: novela
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