Por Pablo Méndez
Hace algunos años, un spot publicitario (radial o televisivo, no recuerdo) sobre la película Desde el infierno, sobre Jack el Destripador, dejaba una frase que siempre me hizo pensar: «El siglo XX comenzó con él». No estoy seguro de la estructura sintáctica de la frase, ni siquiera si realmente pertenecía a esa película u a otra, lo que sí recuerdo es que era una ficción sobre el asesino más famoso de la historia (¿de la ficción?, ¿de la mitología discursiva?¿de la revolución industrial del sensacionalismo?¿primer femicida al que se le dio notoriedad exaltando la espectacularidad de sus asesinatos -mutilación de mujeres que se dedicaban a la prostitución- para otorgarle un rasgo excepcional, único e irrepetible en una sociedad moderna?). La cuestión es que un pequeño corrimiento de fechas le pudo permitir a Hollywood jugar con la potencialidad de una taquilla no siempre predecible: este asesino de mujeres actuó hacia finales del siglo XIX. Esto no impide que deslice una teoría sobre el nacimiento de un siglo encunado en las sombras. Una niebla oscura transmutada en la ciencia, el esoterismo, lo fantástico. La novedad de un siglo trae consigo un cambio radical, a veces imperceptible en su origen y desarrollo, pero que sutilmente lo tiñe todo. Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones fundan en la literatura argentina las raíces de la literatura fantástica de la que años más tarde se nutrirían Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar. Las fuerzas extrañas se editó por primera vez en 1906, pues claro a principio de siglo.
La flamante Odelia saltó a la escena editorial con la reedición de este clásico de las letras argentinas. La verdadera noticia es ésta: el riesgo editorial que varias muchachas se tomaron para hacer resurgir de la cenizas (nada mejor en este caso que una metáfora exageradamente épica) un libro devorado (y ya que estamos metemos un verbo cliché) por generaciones. El libro es una gran apuesta literaria de pseudo ciencia: el «Ensayo de una cosmogonía en diez lecciones» funcionan como comprobación de los doce cuentos del libro, una justificación necesaria según los amantes de la teoría de la tesis.
De la estirpe fantástica/extraordinaria se pueden mencionar los cuentos «Los caballos de Abdera», «La estatua de sal»; la ciencia ficción (a Todorov se le hace agua la boca) entra en juego en «La fuerza Omega», «La metamúsica», «El Psychon». Tal vez lo alegórico entra en un segundo plano ya que existe un mimetisto simbólico hacia lo exacto. Las constelaciones diagramadas por Lugones , no solo las políticas (fue anarquista, conservador y golpista), también las estéticas (poeta, narrador, historiador, dramaturgo), lo ubican como el exponente máximo del modernismo.
No es extraño que un libro como Las fuerzas extrañas haya nacido en los estadios modernistas de principio de siglo. Allí donde las innovaciones técnicas proveían a la imaginación de la maquetación necesaria para desplegar una historia. Así como el mito tiene una estructura que deja ver características sus verosímiles, encontramos en Las fuerzas extrañas infinitas posibilidades, esas que fundan la literatura sin importarnos nada más que la historia. Así como Jack el Destripador diseccionó la sensibilidad de quienes escucharon/ leyeron su historia, Las fuerzas extrañas es un indiscutible exponente de las puertas que se abren a comienzos de un siglo, la apertura hacia lo nuevo, un camino posiblemente desde el infierno.
Las fuerzas extrañas (2016)
Autor: Leopoldo Lugones
Editorial: Odelia
Género: cuentos