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Reseña #328- Del miedo y sus preludios

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Por Valentina Vidal

Para empezar esta reseña tengo que recurrir a ciertas formas musicales.  Una sinfonía clásica consta de cuatro movimientos con una estructura y tiempos diferentes. Pero como el arte se nutre de lo irregular, Stravinsky compuso una de tres y Beethoven de cinco. Ya Julio Cortázar dejando de lado lo clásico, aborda la temática del ritmo y los textos en “La fascinación de las palabras” (Alfaguara, 1997): “El buen oyente de jazz escucha ese jazz, lo atrapa por el lado del swing, del ritmo, de ese ritmo especial. Y mutatis mutandis, eso es lo que yo siempre he tratado de hacer en mis cuentos […] Y eso te explicará —incluso se podría ejemplificar— lo que ocurre en el final de mis cuentos, hasta qué punto está cuidado ese ritmo final. Ahí no puede haber ni una palabra, ni un punto, ni una coma, ni una frase de más. El cuento tiene que llegar fatalmente a su fin como llega a su fin una gran improvisación de jazz o una gran sinfonía de Mozart.” Uno de los ejemplos más concretos acerca de esa musicalidad se encuentra en su poema “Para leer en forma interrogativa” ritmos y cadencias que se encuentran en versos que parecieran haber salido desde un pentagrama.

Celso Lunghi, ganador del “Premio Nueva novela 2012 de Página/12 con Me verás volver desarrolla en su nueva novela Seis Buitres (La otra Gemela, 2016) una obra de gran escala en tres movimientos: primer corte, con dieciséis capítulos, segunda parte, con dieciséis conteos en reversa y la tercera temporada con 3×16 títulos.

Pero Lunghi además nos propone un desafío desde la primera página con una voz en segunda persona que nos habla directamente al oído. ¿Me habla a mí o al personaje? No hay tiempo de responder. El  ritmo es vertiginoso. “Un error: creías haberte liberado de su asedio, de su persecución. La prueba: en las semanas que llevabas en Resistencia había simulado ofrecerte una tregua. El secreto de su éxito: el factor sorpresa. Su propósito: desestabilizarte. El precio que habías pagado: la madrugada anterior a tu precipitada partida, te habías despertado de golpe y, guiado por la convicción de que estaba en peligro, habías corrido en busca de tu padre. La causa: inexplicable.” 

La atmósfera se enrarece en un in crescendo de interrogantes que no dejan de abrirse paso capítulo a capítulo: un hecho macabro en un asentamiento forestal del norte argentino en 1921,  un grupo de chicos que son llamados por una voz hacia el mismo sitio, un extraño convento, leyendas, mitos rurales y una bruja son los componentes de una compleja estructura que mantiene una cuerda tensa hasta el final.  “¿Has visto vos que esos siete no se separan ni a sol ni a sombra? Lo que yo he visto es que parecen bastante desorientados. Qué increíble, ¿no? Tan jóvenes y tan desorientados. Suena a disparate. ¿Y has visto vos dónde están parando? Lo que yo he visto es que, de los siete, hay tres nomás que son del pueblo y que los otros cuatro están parando en la hostería del flaco Otamendi.”

El universo creado por Lunghi es vasto. Su palacio mental nos tiene encandilados dentro de diálogos coloquiales, pero a su vez repletos de juegos literarios de los cuales nos hace formar parte. Con esto quiero decir: en sus artificios nos participa como lectores y actores de su sinfonía narrativa.

Cabe aclarar que nada está librado al azar en esta novela. A partir de la segunda parte, o a esta altura, del segundo movimiento “-16 y contando, lo deja en claro: “los crímenes forjan vínculos y el que entablaste con ellos a partir del mío te va a obligar a aprenderte sus nombres. Suman, en total, dieciséis. Fue la cifra en la que tu escueto capital inicial te permitió invertir y no te conformaba en lo más mínimo: te parecían insuficientes.” 

Hay algunos placeres como el testimonio de un periodista llamado Manuel Quintana y su libro “Argentina profunda” que sirven de referencia para situarnos geográficamente dentro de Seis Buitres. Como Borges en su increíble “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” la bisagra que hay entre la ficción y la realidad se desdibuja. ¿Existe el pueblo Seis Buitres? ¿Existe Manuel Quintana? Las referencias al pie de página y hasta un currículum parecieran sostener que sí.  Y da gusto ese juego hipnótico al que nos vamos entregando. Porque Seis buitres es una obra con un entramado rico en imágenes electrizantes y oscuras, con una prosa trabajada pero que se concentra en la narración pura de la historia llevándonos al núcleo del miedo sin interferencias.

Sin dudas el terror argentino cuenta con referentes frescos y con mucho para dar, con la sustancial diferencia de que las brujas y las leyendas ahora son del Norte Argentino, del barrio de Constitución o de la Patagonia  y no de un pueblo perdido en el estado de Massachusetts o Dakota del Sur, lo que nos deja una cercanía tan palpable, tan real,  que nos permite recrearlos de una forma mucho más reconocible y visceral.

Estemos complacidos, que podremos bailar alrededor de la hoguera del miedo mientras estos escritores componen con tinta roja la más visceral de las emociones.

Título: Seis Buitres

Autor: Celso Lunghi

Editorial: La otra gemela (2016)

Género: Novela de terror

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