Por Julián Álvarez Sansone
Llegué al libro de Maciorowski quizás de una forma impulsiva. Asistí al Festival de Poesía del Riachuelo un caluroso sábado de febrero, y miré los stands que había en la Feria. Un poco alejados de la escalera, había una mesa. En esa mesa, había libros. Me acerqué a dicha mesa a ver qué libros había y noté que había mayoritariamente libros de dos editoriales: La Carretilla Roja (de la cual ya había reseñado un libro), y El Andamio Ediciones, sobre la cual conocía muy poco (y lo poco que conocía era a través de las redes sociales).
Me detuve a ver los libros y decidí elegir dos: un libro de un hombre, y uno de una mujer. Casi sin pensarlo, de forma relativamente impulsiva, escogí El primer impulso, de Fernanda Maciorowski. Pregunté el precio, separé los billetes, pagué.
Dos meses después, inmerso en una cuarentena tediosa e interminable, me dispuse a leerlo. Leí todas las poesías con atención durante una tarde de lluvia. El clima era inmejorable, y pude apreciar varias características. Sus poemas, principalmente, están cargados de sensibilidad e introspección. En varios, también, se puede ver el uso de lo abstracto tornándose palpable.
Sin hablar necesariamente del sexo, sin ser un libro de poemas eróticos, el libro de Maciorowski presenta algunas piezas que contienen cierto concupiscencia solapada. Igual nos podemos tocar siempre en lo oscuro, escribe en la página 27, en un poema llamado “La punta de los árboles está en llamas”. Cerrá la boca cuando hablo de hacer sexo debajo del agua, escribe en la página 39.
El deseo también está presente conceptualmente en varios de sus poemas: “Lo que debería significar el deseo” habla de fantasías que se esparcen como polen vivo. También, menciona que el deseo debería prenderse, esparcirse, (y) ser oscuridad en el final.
El deseo y estímulo se entrelazan en el poema “me impulso, me siento” (página 31). En dicho poema, la autora expresa: ni siquiera una puesta en escena o un delirio/pueden hacer que deje de escribirte en secreto/ mensajes que compulsiva no te voy a enviar/ llena de deseo, telarañas y recuerdos.
La temática de los impulsos (la que da nombre a la obra), está presente en varios poemas y de varias formas. En la página 38, Maciorowski menciona que “el primer impulso fue la supervivencia”, que “el primer impulso fue saltar para quebrarme como una piedra”, y que “el primer impulso es sobrevivir”. En la página 43, habla del “impulso cero”, el cual clarifica con una imagen donde los pies están clavados en el techo y la cabeza “clavada en la vicisitud”. En el poema “Mientras sueño no me estoy comprometiendo con la realidad” (página 44), la autora sugiere que “el impulso es quietud de ave, de planta”.
En suma, se trata de una obra donde el deseo toma protagonismo, donde se orilla el erotismo, y donde hay una conexión magnética invisible mediante la cual entre el lector y la obra poética se genera una especie de aproximación constante y pura. Los impulsos, muchas veces, son aquellas cosas o sucesos (inexplicables pero perceptibles) que te arrastran hacia algo concreto. En este magnetismo convergen dos elementos fundamentales: el estilo (o el talento) de la autora, y el delicado trabajo de edición.
El primer Impulso (2018)
Autora: Fernanda Maciorowski
Editorial: El Andamio
Género: poesía
Complemento circunstancial musical: