Por Joaquín Correa
Lo que se da a ver, en Animales poco útiles, es cierto estado de vulnerabilidad o de fragilidad. Ante eso, podríamos decir, en una primera lectura: “qué coraje, cuánta valentía, en mostrarse así”. Se sabe: hay un imperativo por ser y estar (y hasta aparentar, si fuera el caso) feliz, realizado, emprendedor, predispuesto, autosuficiente, emponderado. Sin embargo, estaríamos cayendo en una trampa: la de los valores heteropatriarcales. Porque, ¿de dónde provienen el coraje y la valentía sino de los valores medievales de caballería, los mismos que, de hecho, constituyeron los cimientos del amor llamado romántico? No hay, entonces, coraje ni valentía en ese dar a ver la vulnerabilidad. Y si le retiramos esos adjetivos valorativos, ¿qué queda, qué resta de la vulnerabilidad? Tal vez una esencia de lo humano que se aproxima a la especie, a lo animal. Gastón Malgieri llega a esa intemperie por medio de la palabra del poema. El poema, así, es un camino de riesgo, de purga, de cura. Y toda cura, toda cura es autodestructiva.
En el camino hacia lo precario, se despoja del nombre, de la complacencia de la compañía, de los mandatos recibidos, de las convenciones de los géneros, se manifiesta vencido, se acerca a otras formas de vida dichas menores. Y, en un lugar de pasaje, una trinchera, como aparecerá en algunos poemas, ni adentro ni afuera, sintiendo el ardor explosivo del exterior, el estallido del orden de las cosas, el miedo paraliza cualquier comunicación, cualquier tránsito o definición. Terminará “El cansancio” queriendo, como aquel Cerati de “Vivo”, “ese gesto primal / que supone / volver a ponerse la piel”. Cada poema parece constituirse como un comienzo desde cero, un recomienzo, un nuevo gesto de sobrevivencia. Pero nadie resiste tanto.
Del destrozo del amor, como quien retira salvia de un árbol herido, queda un resto, que deviene aprendizaje. Más allá de la capacidad de una mirada que, como rayos x, aún distingue la presencia del otro-ido en la casa, en la intimidad, se llega al conocimiento esencial: “De todas las contiendas / nuestra sangre es territorio”. El idioma de la guerra trae consigo una violencia inherente, la delimitación de los cuerpos en amigos y enemigos, en traidores y cómplices, la amenaza del daño. Por eso, se abandona rápidamente, en el pasaje del Primer al Segundo movimiento propuesto por el texto. La supervivencia no está dada por la cobardía (oh, otra vez esos valores!), ni por el abandono, sino por la desobediencia y el total desconocimiento de esos parámetros. En la posdata, alguien dirá: “Durante años te enseñé que el cariño era un fraude, y no la posibilidad de una armadura. Que eso que llaman fortaleza, consistía en la habilidad de inventarse una narrativa de la soledad para hacerle frente a los huracanes”.
Ya la segunda parte del texto tiene a la madre del dolor como su eje. Allí se descubre la igualdad que no sólo da título al libro, sino también orden a los poemas: “Somos animales poco útiles”. Y, como si fuera una invocación, ella aparece en el texto diciendo, como una escena de Lynch, que no hay herencia, que no hay heroísmo, que no hay trascendencia, apenas gestos trazando dibujos difusos. Quizás por ello, al final del breve transcurso del libro, en una postdata titulada “Irse”, alguien descubrirá la fragilidad que esconde todo nombre y la necesidad que guía cualquier vida, la de buscar amparo. Ese es uno de los caminos que esbozan estos poemas. A su modo, es una ética de vida.
Animales poco útiles (2019)
Autor: Gastón Malgieri
Editorial: Cartografías
Género: poesía
Complemento circunstancial musical:
Gran poeta
Gran persona
Gran amigo
Gran animal