Por Coni Valente
Dos libros. Santiago Martínez Cartier es su autor. Tiene solo 22 años.
A esta joven promesa de la literatura, evidentemente le gusta trabajar en capas, escribir al mejor estilo “cebolla”. Es tendiente a provocar confusión en los lectores y eso además de ser rupturista, hace que el esfuerzo sea mayor pero no es uno doliente sino uno grato, que se disfruta con el correr de las páginas y que por intrincado, atrapa sin dejarnos escapar.
Manuscritos del tiempo es una novela que no tiene género, aunque sea una contrariedad en sí misma la que estoy diciendo. No tiene tiempo constante, es un relato fileteado en el que Santiago desparrama los recortes, los mezcla y entonces propone la reconstrucción a nuestro antojo.
Lagrimas invisible es una novela de acumulación, por decirlo de algún modo. Representa un vaivén constante entre experiencias, sueños, delirios, escrituras, observaciones y reflexiones del propio autor. Es desordenado a propósito y otra vez nos exige la necesaria participación para darle a la historia el sentido que más nos apetezca.
Me emociona un poco (y yo no soy una mujer de emocionarme con facilidad) encontrarme con un pendejo así cuando leo. Tiene el toque mágico. Es certero, es limpio, es genuino y eso traspasa su arte. Santiago también tiene una banda, escribe cuentos y hace experimentos.
Después de lo dicho, ya sabremos que no estoy a la altura, pero al menos intentaré reconfortarlos lo más que pueda con mis observaciones de estos dos inmensos libros. Manuscritos del tiempo no es tan inmenso en realidad, tiene solo 85 páginas. La premisa que más se ajusta para explicarlo es “El tiempo se desdobló”. De aquí, se desprende que es inconstante la dimensión en la que Martínez Cartier relata los hechos y además, entra y sale de ella, creo yo, como una forma de reforzar el primigenio concepto de inevitable transcurrir. El protagonista de este libro, muta según quien lo lea y además muta literalmente. Complejo, pero ese es justamente el punto de la tesis de Santiago.
“Lagrimas invisibles” tiene 419 páginas. De menos de 100 a más de 400 hay un salto grande y este autor nos deja claras las diferencias. En este libro se lo encuentra más seguro en su escritura, más contundente, más preciso. En este caso, Santiago mete su tercera o terceras personas en su primera persona, quiero decir que el narrador, que claramente es él mismo, se cuela en el relato de ficción que se cuenta. Es muy interesante como se da esa mixtura de planos y como para hacer aúnmás encriptado el mensaje, en Lágrimas invisibles el protagonista es un jovencito que está intentando escribir una novela, ¿él es, es ésta? Martínez Cartier lo deja a vuestros criterios.
En ambos casos, Santiago muestra cierta obsesión por los temas más velados de la existencia humana. En las dos historias, su interés es filosófico, aunque en distintos aspectos. Poner en duda lo conocido como “tiempo” hace pender de un hilo lo conocido como “realidad” y en “Manuscritos del tiempo” plasma dicha idea con Ezequiel Sáenz y Paula Simón, primero y con Carlos Andrade y Celeste, después, ¿o antes? Ese es el punto, desconocer donde se está parado.
Hay algo que tiene que ver más con la forma que con el contenido que une a ambos libros: algo sucede en medio del relato que lo rompe para siempre y ya nada vuelve a ser lo mismo. Esa ruptura funciona en la lectura como algo parecido al despertar de un sueño, o volver de una hipnosis.
Sin duda, estas dos novelas son una protesta al “sistema” insertadas en la ficción, son distopias y aunque la RAE no tenga la palabra aceptada es la que mejor define el subgénero el trabajo de Santiago. Y sumado a ello, es preciso remarcar que leyendo encontraremos miles de referencias culturales que nos darán una idea clara del universo sociocultural en el que no solo se mueven quienes relatan sino también el propio autor.
Tanto Manuscritos del tiempo como lágrimas invisibles son historias que nos plantean una duda constante, sostenida, bien llevada. Son relatos que nos internan en la sospecha de todas las convenciones culturales conocidas: la vida, la muerte, la realidad, la ficción, el tiempo, etc. Pero en ninguno de los casos, Martínez Cartier plantea sus tesis de una forma caprichosa sino con fundamentos teóricos.
En resumidas cuentas, estos libros nos harán replantearnos el lugar en el mundo, nos llenarán de preguntas al respecto de cuestiones con las que convivimos a diario y permitirán que indaguemos sobre nuestra propia existencia en este presente pero también en algún tipo de futuro.
Voy a osar comparar a Martínez Cartier con AldousHuxley, RayBradbury o George Orwell porque, al menos hasta aquí, parecieran esas sus intenciones al escribir. Y salvando las distancias, estimo que este pibito va por buen camino.
Títulos: Manuscritos del tiempo (2014) y Lágrimas invisibles (2016)
Autor: Santiago Martínez Cartier
Editoriales: Expreso Nova Ediciones y Milena Cacerola
Género: Novela
Buena reseña, quedé interesado con lágrimas invisibles… Alguna idea cómo lo puedo adquirir desde el interior? Gracias!
Se puede comprar por acá: http://la-periferica.com.ar/libro/LAGRIMAS-INVISIBLES 🙂 Saludos!