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MINIATURAS- Seis consideraciones sobre Cine & Literatura

 

 

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Realidad/Ficción

En el sótano del Grand Café de París, el 28 de diciembre de 1895, nació el cine. Nació documental («La llegada del tren a la estación», «La salida de los obreros de la fábrica Lumiére»). Pronto descubrió que podía narrar ficción («El regador regado» de los Lumiére, «Viaje a la luna» de Meliés). En poco tiempo el cine pasó de registrar los grandes eventos como coronaciones, el carnaval de Venecia, etc. a tomar del enorme reservorio de la novela decimonónica las historias a narrar. El viejo Aristóteles, su Poética, estaban más vivos que nunca.

 

Guión/Tiempo

El guión es una escritura en tránsito (José Pablo Feinmann). Se lo escribe sabiendo de antemano su destino efímero. El guión muere en el rodaje. El rodaje muere en la sala de edición. La edición muere en cada proyección, porque la película se completa cada vez que la ve el espectador. Un ejercicio: ver “Que bello es vivir”, de Frank Capra. Parece que le sobrara una media hora. Pero la película es de 1946, de la posguerra. ¿A cuantos Mhz funcionaba nuestro cerebro? La película es una obra maestra y hay que mirarla considerando su temporalidad. Como si uno estuviera leyendo el Quijote, o «Las mil noches y una noche».

 

Fidelidad/Traición

Se discute si una película es fiel o no a una la novela. Pero la película no comparte el mismo lenguaje de la novela, si bien por lo general las dos narran una historia en tres actos. La novela, la escritura, es un arte del tiempo, se despliega en el tiempo de la lectura. El cine es un arte del espacio, una pantalla rectangular (como en la fotografía, la pintura, la pantalla de la computadora). La película no puede ser fiel a la novela por la misma razón que una sinfonía no puede ser fiel a una escultura. De la literatura al cine hay una trasposición (cfr. «Ritos de pasaje», de Sergio Wolf), una operación que vincula dos lenguajes y que da como resultado una obra nueva, que sólo puede ser fiel a sí misma.

 

Imagen/Texto

Muchos escritores han conocido la narración a través del cine y de la televisión. Hay (habemos) varias generaciones de escritores “formateados” por la imagen. A tal punto que muchas novelas pueden transformarse en guión de cine con una tijera y una voligoma. El ejemplo son las novelas de Osvaldo Soriano: continuidad cronológica, peripecia, imágenes, diálogos perfectos. En el sentido inverso, se puede también escribir una novela con el manual de guionista de Syd Field, la biblia de esa Poética de Hollywood que no para de llenar salas desde hace más de un siglo (argumento, tratamiento, escaleta, perfiles).

 

Enojo/Control

Muchos escritores, enojados o al menos preocupados con la «traición» a su obra, optan por producir, actuar, reservarse el derecho de aprobar el guión o controlar por algún medio la película basada en su obra. El caso más notable es el de Stephen King (enojado con Kubrick, nada menos, por «El resplandor»). Entre los locales, Ernesto Sabato escribió con León Klimovsky el guión de «El Túnel» (1952). Hubo luego otra versión «The Tunnel» (1987). Y ya sabemos que sólo Mario Sabato, su hijo, pudo filmar el «El poder de las tinieblas» (1979), inspirada en el «Informe sobre ciegos». «John Malcovich -que anduvo hace poco por Buenos Aires haciendo teatro sobre ese mismo texto de Sabato- compró en 2002 los derechos de «Sobre héroes y tumbas», tras una larga negociación que incluía una cláusula de aprobación del guión. La película nunca se hizo.

 

Gustos/Prejuicios

Hay legiones de lectores que censuran de antemano las (per)versiones cinematográficas. Y legiones de cinéfilos que prefieren ver la película a leer 400 páginas. Y hay quienes hacen las dos experiencias y van evaluando cada caso en particular. En todo caso, la película no es un modo de conocer la novela. Aunque hay novelas que se han reeditado, traducido y promocionado a partir de un éxito de cine. Sobre gustos (además del cuento de la vieja) está el  chiste prehistórico de un ratón que le dice a otro:

-Entré al living y estuve mordiendo el VHS de «El nombre de la rosa»

-¿Y qué te pareció?

-La verdad, me gustó más la novela.

 

 

 

 

 

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