Por Victoria Mora
Carolina Musa elige un epígrafe para su libro de cuentos que dice que los lugares son historias fragmentarias y replegadas, siempre a la espera, “simbolizaciones enquistadas en el dolor o el placer del cuerpo”. Es asombrosa la pertinencia de la cita que es de Michel De Certeau en La invención de lo cotidiano, incluso este título remite de manera exacta e inquietante a las historias que pueblan estos cuentos.
En En el cuerpo quién sabe se cuenta como lo cotidiano se inventa cada vez, y se hace lo que se puede con eso, de acuerdo a la valentía o no de los personajes a la hora de enfrentar lo que les toca en las distintas encrucijadas de la vida. Son historias de cuerpos y lugares de sus enlaces y desenlaces, entreverados también con el tiempo.
En “Emergencia sanitaria” se describe como Mallía ata las patas de los pollos, es un lugareño del pueblo inhóspito donde va a trabajar el Dr Taverna “mueve los hilos con la destreza de un titiritero” Esa destreza con la que Musa define la habilidad del personaje es la misma con la que ella mueve los hilos del relato. Es una verdadera artesana de la palabra, alguien que conoce el oficio y sabe usarlo, y elige muy bien que hilos mover en el momento justo.
Los cuentos replican una atmósfera de pueblo chico en la que el realismo se vuelve sutilmente mágico en las fisuras que promete la realidad, cuando es asaltada por la contingencia, más o menos trágica. Algunos muertos parecen no estarlo del todo, los aparecidos visitan a los vivos, lo ominoso se presentifica, se suscitan las perdidas y las despedidas. Lo cotidiano aparece escapándose por los poros de la escritura.
Escribe Musa en “Inventario”: “Me entristece. El cuerpo se me inunda y el agua no sale por los ojos. Sólo por los dedos”. Pienso que esas son las mejores historias, las que salen desesperadas de la incontinencia de los dedos que escriben, sin dudas las de Musa se inscriben en esta categoría.
Título: En el cuerpo quién sabe
Autora: Carolina Musa
Editorial: Baltasara Editora
Género: Cuento