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Reseña #838- Hello Frank

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Por Diego L. García

Frank O’Hara ha vuelto. Naranjas y sardinas es el título de esta antología publicada recientemente por Zindo & Gafuri en la cual la pintura, la Nueva York de los ’50 y ‘60, el amor, la literatura y la sexualidad se mixturan dentro (no en tránsito temático) de una escritura que no deja de retornar sobre sus propios pasos.

Como bien señala la traductora y compiladora Eleonora González Capria en el posfacio, John Ashbery se refirió alguna vez a los poemas de O’Hara como crónicas del acto creativo que los produce. Distanciándose del confesionalismo y al mismo tiempo del academicismo, su poesía encuentra una veta singular en torno a una idea del sujeto a la que nos iremos aproximando en estas breves líneas. 

En “Para Gottfried Benn” dice: “la poesía es parte de quien sos”. Entonces ¿quién dice? ¿Qué queda del ser para poder decir? Expresa la poeta y crítica Hazel Smith en su libro Hyperscapes in the Poetry of Frank O’Hara (2000): “El yo astillado, entonces, puede ser empujado y tirado en varias direcciones diferentes y tener múltiples identificaciones. El resultado es un estado de hipersensibilidad, un estado de conciencia superemocional que, sin embargo, es infinitamente flexible”. Un yo astillado, diseminado, que no radica en definiciones. Lo que dice es quién es. No hay más que un presente en el que la palabra construye su espacio. Es toda la identidad que requiere. 

En el primer verso de una antilírica “Canción” dice: “Estoy varado por el tráfico en un taxi”. Un yo que desde el aislamiento pasa luego a la pluralidad de la pareja para concluir con un “nada puede salirnos mal”; aunque ese taxi siga ahí quieto, aunque lxs dos sean solo una idea, aunque esa canción quede sepultada por el ruido del embotellamiento. No importa. Es la conciencia a la que refiere Smith la que entra y sale del taxi y al mismo tiempo de su deber ser. El yo confesional no expulsa su experiencia sino, fundamentalmente, la reafirma y se confirma a sí mismo en ese acto. En cambio, lo que hace O’Hara es un escape hacia todas partes (o hacia todas en las que el deseo del poema lo coloca). Así, como los mensajes de las galletas de la fortuna también dispersa a sus receptores (o a su receptor multiplicado) con frases como: “Tu primer libro de poesía se publicará apenas lo termines de escribir” o “Te casarás con la primera persona que te diga que tus ojos parecen huevos revueltos” (“Frases para las galletas de la fortuna”). No hay sujetos previos, ni de un lado ni del otro del texto.

¿Es la ciudad su yo polifónico? En “Meditaciones en una emergencia” piensa la idea del contacto con un plano de inspiración superior, llamémosle naturaleza desde una mirada existencialista, llamémosle cliché desde una perspectiva de la escritura: “No hace falta cruzar los confines de Nueva York para encontrar todo el verde que se quiere: no puedo ni disfrutar de una hoja de hierba si no sé que hay un subte a mano, o una disquería o alguna otra señal de que la gente no se arrepiente del todo de vivir”. La necesidad de vivir. Y de poder contarlo. Al menos un teléfono de plástico (como el que golpea al interlocutor de ese otro Frank) para hablarle a una realidad que tiende a agotarse en unas pocas ficciones. ¿Será por eso que cantar es todavía necesario, aunque más no sea desde el tapizado de un taxi sin praderas ni faunos? Las cosas hoy (y en 1957) se parecen más a una emergencia. No hay tiempo para distinguir naranjas de sardinas. 

Naranjas y sardinas (2019)

Autor: Frank O’Hara

Trad. Eleonora González Capria

Editorial: Zindo & Gafuri

Género: poesía

Complemento circunstancial musical:

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