Por Valentina Vidal
En 1979, hacía tres años que la dictadura militar estaba instalada en nuestro país y gracias a la lucha de las Madres, los organismos de Derechos Humanos internacionales llegaban a la Argentina para recibir las denuncias a las violaciones de lesa humanidad cometidas por los genocidas. Mucho se dijo acerca de la temprana manipulación mediática a través del cine, la televisión y las tijeras de los censores con sus listas negras repletas de grandes artistas que se vieron obligados a exiliarse o a vivir en la clandestinidad. En este marco, llegaron las canciones y las películas de Los Parchís a la Argentina.
Parchís, el documental (Netflix, 2019) fue dirigido por Daniel Arasanz, hasta el momento director de documentales sobre punk rock, y que puso su cámara delante de Tino, Gema, Yolanda, David y Frank, para el beneficio del sistema del morbo que hay sobre los adultos que de niños fueron exitosos.
“Discos Belter da la oportunidad a niños de 8 a 12 años que canten bien y tengan buen sentido del ritmo, para la formación de un conjunto infantil y grabar discos. Presentarse todos los días de 10 a 1 hasta el día 15 de julio, preferible vengan con una canción aprendida en: Discos Belter, c/ Gomis, 1. Barcelona.”
Con este aviso en un diario de Barcelona, es que Arasanz da comienzo al documental que retrata la historia del grupo desde 1979 a 1985 y que cuenta con los testimonios de managers, padres, madres, director de discográfica y los mismísimos Parchís en la actualidad.
Con ojo oportuno, la fraudulenta discográfica Belter, quebrada en 1984, había visto un espacio disponible que ocupar: música para niños interpretada por niños, dando comienzo a una espectacular campaña donde no faltaron obscenas montañas dinero a las radios, programas de televisión, animadores y periodistas para que el nombre de la banda empiece a resonar por todos lados y los niños, que en ese momento tenían entre siete y diez años, que no cantaban bien ni bailaban lindo, pero tenían la simpatía y el carisma necesarios para darle cuerpo a un producto que llenaría de dinero a la disquera, pero no a ellos. Luego llegarían las giras, la falta de control parental, los chicos viajando solos con el manager y una llamada telefónica al mes a una de las familias. Queda claro a esta altura, que por más neutra que sea la mirada, es imposible dejar de ver una sombra negra flotando sobre sus cabezas desde el minuto uno del documental.
No fue hasta la gira por Latinoamérica que el éxito masivo del grupo explotó, especialmente cuando se presentaron en el estadio Azteca y cuando vinieron a la Argentina donde filmaron tres películas: una en 1981 y dos en 1982, todas dirigidas por Adrián Quiroga, el seudónimo de Mario Sábato, el hijo de Ernesto, quien, según Arasanz, no quiso participar del documental.
Como es habitual en las historias de mega éxito con niños, la cosa se pone turbia. Los hoteles, las fiestas, la fijación de los adultos sobre Tino y Yolanda, sumado al poco cuidado que se tenía con ellos estando sus padres lejos, empieza a pisar fuerte la idea de explotación infantil, abuso y transacciones fraudulentas. Se dice apenas, no se denuncia, pero se deja flotar en los silencios. Es interesante que el director insista en aclarar que no quiso hacer un documental sensacionalista, porque enciende su cámara unos milisegundos antes de cada entrevista de una forma peculiar y deja correr la zozobra, el gesto involuntario que llega antes de que los protagonistas se calcen el personaje que llevan encima por más cuarenta años, dejando una atmósfera enrarecida acompañada la mirada y las palabras de un Frank adulto: “es muy duro saber que lo más excitante que te paso en la vida fue a los 14 años”.
En definitiva, Los Parchís, el documental es una mirada oblicua, un poco lateral desde la sutileza, que le deja al espectador el trabajo de darse cuenta de ciertas verdades sin manipularlo, pero que también deja flotando la pregunta de qué pasaría si se animaran a contarlo todo.
Le doy 7,50 TEMPESTADES, súper recomendado para tu cuarentena obligatoria.
Parchís, el documental (2019 )
Director: Daniel Arasanz
Netflix
Complemento circunstancial musical: