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Especial últimas reseñas antes de las 1000- Breve lista de lo infausto

Por Fernando Form

En estas épocas de incontinencia autorreferencial amparada por el “riesgo” y la “experimentación”, este Pequeño catálogo de anomalías, primer libro de relatos de Marcelo Pelissier, trae un aire paradójicamente fresco: la vuelta a la imaginación y la forma clásica del cuento como espejismo de lo distinto. El libro, compuesto de veintiséis relatos  —en su mayoría breves y algunos microrelatos—, despliega una no tan pequeña galería de atrocidades: el fin del mundo, rituales paganos, complejos de Edipo in extremis, animalizaciones, monstruos, dobles, zombies, femicidios y una locura galopante.

Hay un lugar común que dice que el cuento se corresponde a la anécdota, mientras que la novela al personaje. Más allá del anacronismo y las excepciones a la regla, la idea sirve: los cuentos de Pelissier siguen la línea y erigen culto a la trama: comienzo ganchero, desarrollo ágil, las dos historias y un final efectivo. Personajes al servicio de la trama. ¿Qué empasta, entonces, a estos veintiséis relatos?

Como dijimos arriba, una galaxia temática —terror cósmico, científico, psicológico, etc.—, y una voz. Un narrador derrotista, que recuerda a algunos personajes de Fonseca; neurótico y escéptico —como nuestro racista favorito, Lovecraft—; aunque con algo de sentido del humor —la Silvina Ocampo de Mimoso—. De hecho, «Un miedo extraño», el cuento que abre la colección, tiene resonancias de Paisaje con reptiles, la excelente novela de Pilar Pedraza: por el paisaje —la playa, que se va a repetir en varios cuentos—, por el terror lovecraftiano —marítimo—, pero sobre todo por la narradora de Paisaje…, una pintora que está harta de casi todo.

La playa, esa zona terminal y de inicio al mismo tiempo, paisaje de paz o desolación, sirve de prisma para refractar autores y matrices que sobrevuelan el libro: Robert E. Howard y la naturaleza sobrenatural; Blackwood y la naturaleza enloquecedora; Camus y la pérdida de sentido (en el caso de Sobre la arena, el extravío de la lengua); Ballard y el fin del hombre.

Las obsesiones de algunos narradores, retratados con una prosa sin rodeos y una resolución efectista remite al Millhauser de Historia de un trastorno. El grotesco de «Lo peor eran sus ojos» podría ser de un cuento de Lamberti. En «Abismo», ambientado en ese pastiche que es Palermo, se termina con una escena de dobles malformados digna de Cronenberg. Algo, incluso, de la esencia de M. John Harrison —la brevedad y la infinitud: el mundo contenido en una cárcel— se trasluce en estos cuentos.

Pero no nos vamos a hacer los modernos: el condimento que mejor sobrevive a las distintas mutaciones del terror es el archicitado concepto freudiano de lo unheimlich, lo siniestro: aquella escena familiar que se vuelve pavorosa. Ya no es el morbo de Michael Shea, o el terror cotidiano de Misery. Desde los rompecabezas inacabados de Samanta Schweblin, al terror social de Mariana Enriquez; del críptico y cruel Michael Cisco a la inigualable Kelly Link, lo siniestro es el punto de conexión de los autores del weird con los siglos anteriores.

«La luz helada de las estrellas», el mejor cuento del libro, transmite esa sensación como ningún otro. Un narrador en primera persona nos dice que está trabajando sobre un cuento; que decidió escribirlo en tercera persona; y que es acerca de un hombre en una habitación vacía. En la habitación hay un círculo perfecto, negro, un pozo sin fondo. A medida que «La luz helada de las estrellas» avanza, nos enteramos de que los militares se llevaron a los padres del narrador cuando él era un niño, y de que recibe una llamada para ir a reconocer los huesos hallados en una fosa profunda. En la habitación del cuento que él escribe, hay apariciones de distintos elementos-símbolos (un reloj de arena, un telescopio). En sueños escucha las voces de sus padres.

Confluyen las dos historias: el relato fantástico que está escribiendo el narrador y su historia personal, horrorosa y realista. La presencia de lo siniestro y el tour de force técnico colocan al cuento en el podio formal de este catálogo de anomalías. Pero el verdadero acierto es que, más allá de lo enumerado, logra emocionarnos.

Pequeño catálogo de anomalías (2021)

Autor: Marcelo Pellisier

Editorial: La Parte Maldita

Género: relatos

Complemento circunstancial sonoro:

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