Por Valentina Vidal
Los tres poemarios de Verónica Pérez Arango me sugieren un viaje con tres puertos: el suelo, los bordes del mundo y el espacio, casi tan cerca del sol como solo Pegaso pudo hacerlo. En Un dibujo del mundo (El ojo de mármol, 2014), hilvana y desarma en cuclillas, los pequeños movimientos que su ojo percibe, encontrando la enorme lateralidad de cada una de las partículas que flotan a su alrededor.
“¿Existe acaso lo que ya no se recuerda y queda tras el humo espeso de la memoria o la música de las cosas que tuvimos iluminadas con las fibras de un relámpago?”
Dividido en tres partes, “La luz del verano”, “Los años felices” y “Naufragios”, la poeta nos deja descubrir sus mundos a través de un caleidoscopio que busca e interroga de forma simple y sensitiva, con buenas dosis de una tierna honestidad brutal.
Mandas un email a los amigos que están lejos
Para darles un pantallazo de tu vida
Escribís esta playa es idéntica
A otras playas
Que hay en el mundo
Te alegra la ausencia de variedad
Y no sentir que te perdes de algo
Excepto por el tamaño de las olas
El color de la arena hirviendo
La caminata que se vuelve carrera
Las cosas viven en una medianía
De olor a crema, salitre, sudor y fruta.
En La vida en los techos (Colectivo Semilla Editorial, 2016), los bordes son el pulso de una metafísica poseída por la mirada de una mujer que distorsiona el tic tac de un reloj y lo reconstruye desde sus múltiples posibilidades.
¿Acaso no escuchás afuera
un remolino abriendo la ventana
que golpea fuerte
contra la pared del cuarto
ordena las sobras
de la noche que tuvimos
moviliza el pasado y nos arrastra
cerca del peso o el calor
de los cuerpos antes de despertar?
¿Acaso no te duele
el nudo de las sábanas y tus pies
rozando los míos
la humedad de las pieles?
¿Es esto lo que nos queda
después del amor
fantasmas adentro de la cama?
Pérez Arango planea por los techos de lo cotidiano y se despega todo lo lejos y todo lo cerca que se pueda estar, viendo lo imperceptible de un mundo espinoso y apurado entre los pliegues de la cama.
Cuando volvimos de viaje
hubo que reconocer de nuevo
la vieja casa
la pileta de lona era una laguna viscosa y quieta
con vida microscópica brillando entre restos de hojas
y alas podridas de insectos
nadie podría sobrevivir en un mundo así
mejor dicho: ningún hombre o mujer
por más optimista que sea.
hay cosas que no necesitan cuidado
se transforman solas y alejadas
de cualquier mano laboriosa,
con la espesura del tiempo
o apenas el roce de la luz.
Esos días aprendimos a mirar
la efervescencia de la vida
y por primera vez no quisimos
cambiar nada de nada
En Hielo incandescente (Caleta Olivia, 2017) con ilustraciones y foto de Alfredo Machado, la autora en gravedad cero, vuelve a dividir en tres partes un viaje al espacio: “Nací para viajar más rápido que el sonido”, “Lo que apareció en las noticias ese día” y “Ciclos vitales”
Estoy adentro
De un gigantesco globo de helio
Flotando a unos pocos metros
De las flores silvestres que nacen en la zona
Dentro de unos minutos veré
La negrura sin fin aunque sea de día
¿Cómo se llama esa parte del cielo donde no llegan los colores?
Capa tras capa del espacio sideral, Arango explora lo que no se toca pero sucede. Sin fuegos de artificio y con las manos palmas hacia arriba, recibe y da, da y recibe un mundo que se intuye verdadero y sin otra alternativa que verlo de frente.
Estás en otro lado
Aunque miremos juntos
Películas de miedo
Aunque la misma frazada nos abrigue
Una interferencia
Constante se interpone
entre nosotros
hablamos
el mismo idioma
pero hay pedazos
de conversaciones
que no encajan
en esta historia
me hubiese gustado regular
el ruido blanco que anida
en nuestros corazones
Podría decir que la línea que cruza los tres poemarios de Verónica Pérez Arango, es la búsqueda de lo verdadero, una traslación, un abrir las puertas y correr las cortinas desde las raíces hasta el infinito con una mirada encantadora pero no por eso menos inquietante y lateral. Un crossover de elementos frescos que confluyen en la respiración holotrópica de una poeta que corre los velos de lo que preferiríamos omitir. No dejaría pasar a esta autora que mantiene un alto nivel de registro y de búsqueda permanente de lo que necesariamente no hay que dejar escapar.
Un dibujo del mundo (2014)
Editorial: El Ojo del Mármol
La vida en los techos (2016)
Editorial: Colectivo Semilla Editorial
Hielo incandescente (2017)
Editorial: Caleta Olivia
Autora: Verónica Pérez Arango
Género: poesía