“De nada le sirve a un pobre narrador ser omnisciente.
Los indicios de un dios no construyen la felicidad”
Roberto Merino
Por Macarena Moraña
La cita de Merino es perfecta para hablar de Facsímil, el nuevo libro de Alejandro Zambra, sobre todo porque Zambra supo mencionarla en su libro de crónicas y ensayos literarios NO LEER, entre tantas otras citas maravillosas que, como suele ocurrir, hablan mejor de quien las cita que de quien las escribió.
Facsímil usa las voces de varios narradores que el autor chileno desarrolla haciendo pie en la Prueba de Aptitud Verbal que se aplicó en su país entre 1967 y 2002. Dentro de ella va insertando las historias, los personajes y también los diferentes géneros. Los textos, una vez más, tienen como eje el tema de la dictadura de Pinochet. Así como en Mis documentos, su anterior trabajo, Zambra se disculpó por su tendencia a ordenar los recuerdos a partir de los hechos históricos, aquí ya parece tenerlo asumido y moverse con soltura sobre esa base que más que gustarle, se le impone. La dictadura está en sus huesos, se ha hecho parte vital de su modo de narrar, tal como ocurre con los relatos de Pedro Lemebel o con la poesía de Nicanor Parra.
“A veces pienso que tu madre y yo deberíamos juntarnos para pedirte perdón. O para tomar ayahuasca y pedirte perdón. Pero sería mejor que inventaran de una vez por todas ese control remoto para que adelantes o retrocedas, para que pongas pausa, para que borres algunas escenas de la vida que te dimos”.
La primera impresión que genera el libro es de brevedad: un libro chiquito y fácil de leer, pero basta con avanzar unas pocas páginas para comprobar que el juego se abre a una multiplicidad de lecturas, que invita a ser explorado varias veces, teniendo en cada oportunidad la posibilidad de cambiarlo todo. La mutación de géneros y narradores es contagiosa y ya será imposible ser el mismo lector cuando se pruebe dando una respuesta distinta, o eligiendo otra opción, o siendo otro personaje. Zambra nos propone jugar con nuestra “aptitud verbal” desde su imaginario, nos invita a ser parte de los destinos de sus personajes.
Los diferentes narradores pueden también ser uno solo y ya conocido de los trabajos anteriores del autor. Se trata de ese Yo que se debate entre la religión y las heridas que le dejó la dictadura. Ese Yo que aprende a decir Yo tras varias botellas de vino. Ese Yo que es el hijo descarriado con ese padre demasiado honesto. Ese Yo que es el hijo que parecer morir en cada línea por ese padre lo acusa una y otra vez.
Desde el primer desafío se hace evidente la presencia del poeta. Son palabras aparentemente sueltas que juegan a los espejos, las diferencias, las escondidas. Se toma un lápiz, pretendiendo seguir la consigna de “marcar la palabra cuyo sentido no tenga relación ni con el enunciado ni con las demás palabras”, y se lee, por ejemplo, lo siguiente:
18. FAMILIA
A) familiares
B) herederos
C) trota
D) alfajores
E) pedofilia
El segundo ejercicio es un plan de redacción en el que el autor vuelve a sus tópicos habituales: la relación entre el padre y la madre, la relación entre los hijos y los padres, las experiencias iniciáticas y fundantes, los vínculos entre hermanos, el amor, el lugar de pertenencia, la lectura y la escritura, Chile.
En Facsímil los golpes son más certeros que nunca antes. Las frases breves, concisas, actúan como puños cerrados, como lo que Roberto Artl llamó “cross a la mandíbula”. Y dentro del juego, del juego, del juego, como si se tratara de cajas chinas, va creándose otro más que tiene que ver con el crecimiento de los textos. De las palabras sueltas se pasa a las frases breves y de ellas caemos de cara sobre esos micro-relatos punzantes, concretos y carentes de todo maquillaje.
“(…) Mi padre me va a matar si no digo que es inocente. Los hijos de asesinos no podemos matar al padre”.
El texto está sobrevolado por el humor necesario para tamizar la honestidad bestial con la que Zambra suele trabajar. Esa cortina de sarcasmo que ayuda a suavizar el dolor, a convertirlo en nuestro más ansiado cómplice.
Facsímil (2014)
Autor: Alejandro Zambra
Editorial: Eterna Cadencia
Género: Novela