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Reseña #33- La lluvia y el padre

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Corre hacia el espejo/mírate a los ojos/date cuenta de que ya no va a haber marcha atrás/ Corre hacia el espejo/ mírate esa arruga/ te estás convirtiendo en quien más odio a ti te da.

De la canción El Padre de Café Tacuba

 

Por Aluminé Cabrera

Bajo un cielo ronco y gris, que durante todo el relato truena y rompe en aguas, que humedece los sentidos, hay un tipo que no puede -y pareciera que no quiere- escapar del desquicio de un padre atormentado, de la locura como una herencia inevitable. Ese tipo, Ismael Quiroga, le arruinó la vida a su ex mujer, abruma a su hija, desprecia a su madre, utiliza a su mejor -y único- amigo y desconfía hasta de su abogado. Víctima de ese padre trastornado, es a la vez victimario de su entorno. O bien, la locura del padre alcanza para justificar su mar de mezquindades.

“Si no viene alguien me voy a volver loco. Ya estoy loco. Sí, pero loco en serio. De los que rompen el límite y se cagan en todo. Los que no se cuidan de decir nada. Los que viven afuera del sistema, en la cornisa que separa lo que está bien y lo que está mal. Como mi viejo. Sí, como papá. Estoy hablando solo, mala señal. Los genes me están ganando. Quisiera ser huérfano o adoptado. Pero sería lo mismo. Es verdad, nadie escapa de sus genes. Quisiera no haber nacido”.

Miserias de la Abundancia se lee como si fuéramos en un auto a toda velocidad como el que Ismael maneja por las avenidas porteñas.“Soy Schumacher y la vida me chupa un huevo. Si me hago mierda me chupa un huevo. Si mato a alguien me chupa un huevo. Si voy en cana me chupa un huevo. Tengo el mejor de los abogados y el seguro más caro. Soy un Dios aburrido“.

La violencia, la agresividad en el lenguaje suenan como un ruido de motor urgente y alterado, potenciadas por esa primera persona que construye el relato y que necesariamente provoca, intimida, incomoda.“Siempre tuve la fantasía de culearme a una villera. Como si no fuera posible comprarme una. La tendría en casa trabajando y chupándome la pija”.

Ismael despierta odios viscerales, vergüenza ajena, lástima. En su primera novela, Manuel Megías entendió que es mejor que su personaje hable por sí solo y describe sin golpes bajos, sin corrección política lo poco que se tiene cuando parece que se tiene todo.“Cuanto más escarbo en mis pensamientos más miserable me vuelvo, más inservible. Mi hija no me necesita. Mi ex mujer mucho menos. En el trabajo estorbo. A mi amigo lo agobio. Mi viejo necesita un cheque. Mi vieja ni siquiera eso.” Definitivamente, el dinero no hace la felicidad.“Estoy completamente loco, lo admito, señor juez, pero no me van a internar. ¿Cuánto hay que pagar? ¿A quién hay que coimear? Yo pago, señor juez, pago.”

Los personajes aparecen delineados sin excesos ni bulla innecesaria. Raquel, la amante desagradable de “concha rancia”; Zulma, su mano derecha, “yo lo soy todo para ella y ella es mucho para mí”; Nicolás “el único amigo que me queda”, antagonista de Ismael con una familia tipo como la que Ismael no pudo sostener; y Roberto, el abogado, que le evita la cárcel y, de paso, le contrata prostitutas. Más acá, Alicia, la rutilante, jovial y ponderada mujer a quien Ismael no pudo evitar cagarle la vida, después de la cual ya no hubo conquista, “habló la billetera, el modelo del auto, la ropa”, mamá de Manuela, esa hija distante, a quien a pesar de amar plenamente, Ismael lastima. “¿Cómo hago para no despertar en ella el mismo odio que siento por mis viejos? La misma desilusión. ¿Qué hacer para no perderla?”.

“Porque no tardamos nada en perder la humildad y olvidar de dónde veníamos. Que alguna vez estuvimos en el barro. Que pasamos hambre y nos abrazamos de frío. Nos subimos a la nube de la abundancia y nunca nos bajamos. Porque no quisimos. Porque es más fácil ser una mierda que vivir en ella”.

Miserias de la Abundancia es una lluvia eterna, insoportable. La casa de la infancia. El padre deshauciado. La obsesión, la paranoia, el dinero, el desamor. Un cielo que truena siempre. La mujer amada. Y un océano de dinero para morir de una vez.

 “Todo tiene que arder para empezar de nuevo.”

 

Miserias de la abundancia (2014)

Autor: Manuel Megías

Editorial: Alto Pogo

Género: novela

 

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