Por Gabriel Balmaceda
Nacer en verano puede ser un castigo para algunos y un regalo para otros. El sol brilla más que nunca, la humedad no deja de subir y hay lluvias cuasi tropicales. Los cuerpos danzan con las olas y la arena, se retuercen cuando quemados por los rayos de sol se vuelven rojos sangre. Para nosotros, los de este lado del Ecuador, el verano es tiempo de iniciación, se empieza el año, se crean nuevas metas a cumplir, nos vamos de vacaciones y volvemos a la rutina. Bautizar un libro con la frase “Nací en verano” es una declaración de principios, como dice Osvaldo Bossi en el prólogo del libro homónimo de Natalia Romero.
Con esa declaración de principios, Natalia Romero que nació en febrero, en la mitad de un verano de 1985, marca el inicio de un cambio que tiene la fuerza de las olas del mar. Hay incandescencia, hay asombro, hay luz para tirar por todas partes pero, también, hay oscuridad, melancolía y tristeza. Abrir un nuevo comienzo es llegar al final de algo, es nacer de nuevo después de una muerte.
Con esa premisa, los poemas de Romero se entrecruzan a lo largo del libro, vida y muerte son la cara de una misma moneda, la misma cara del sol que alumbra y quema en verano. La muerte, en esta caso la de una madre, es el eje de Nací en verano, los poemas tejen una trama como si fuese un cielo lleno de constelaciones que nombran amigos, familiares, naturaleza, lugares de veraneo y sobretodo la luz solar como estallido: “el sol estalla en el suelo” (28)
La poesía de Romero es puro luz natural y pura experiencia. Hay recuerdos que se palpan con tan sólo decir los versos en voz alta, la cadencia de éstos hacen ver en nuestras cabezas que toda experiencia se queda en nosotros como las marcas de los rayos de sol. La incandescencia de los versos funciona como brillos que relampaguean y dan vía libre al dolor como si la luminosidad trajera la oscuridad y la quemase por la fuerte exposición a ella para sanar ese cuerpo dolido.
“Todo está por empezar” (18) declara el yo poético en el poema Cine. Y sí, el verano es un modo de principio de algo nuevo, algo está por empezar y quizás recordar la muerte de una persona es dar comienzo a la vida de otra persona. Como si principio y fin fuese la noche y el día en una misma cara y con ello tener una certeza, quizás la única para dar rienda suelta al carro que nos va a llevar a esa incandescencia: “es primer día del verano/ y esa es nuestra única certeza” (28)
No queda otra que entregarse al placer de este libro lleno de aromas, sensaciones veraniegas, dolores del pasado que vuelven y se hacen eco en la cotidianeidad. Natalia Romero riega de poemas luminosos su segundo libro y desmaleza lo sombrío para comenzar de nuevo mientras se construye el nuevo cuerpo sumergido en el agua: “El agua me llega a la cintura / me estiro, sumergida / todos los sonidos / forman un mismo cuerpo”(40)
El agua cura como la belleza del verano.
Nací en verano (2014)
Autor: Natalia Romero
Editorial: El ojo de mármol
Género: poesía
Me parece muy buena reseña respecto de un libro que, a mi parecer, es de los mejores que leí en 2014.
Tiene una sensibilidad única, te lleva a lugares tan íntimos que terminás sintiéndote parte del poemario con tan solo leerlo.
Me alegro que se difunda y que se comparta, es una joya en m biblioteca.