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Reseña #254- Orgullo y redención

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He muerto muchas veces acribillado en la ciudad

  pero es mejor ser muerto que un número que viene y va

Y en mi tumba tengo perros y cosas que no me hacen mal

Después de muerto nena vos me vendrás a visitar.

«El fantasma de Canterville», Sui Generis

 

Por Mariana S. López

Me desperté con una pesadilla, algo que es usual por estos días, por eso esa mañana decidí a comenzar el libro. La certeza vehemente de su lectura prendió en mi por el contenido del sueño: me despertaba en la penumbra de un habitación que era a la vez departamento mono ambiente y habitación de hotel, en ese empecinamiento que tienen los sueños por condensar todo. Allí compartía la cama con mi madre y mi hermano, me despertaba y miraba hacía la puerta de entrada donde un gato se colgaba del picaporte como si quisiera salir. Ese gato era una presencia que me colmaba de miedo pero me esforzaba por discernir si el animal, que se dibujaba como una sombra animada en la oscuridad gris de la habitación, era mi gata Ema.

Más allá de mis dudas decidí gritarle que se fuera aunque sólo logré que un susurro ronco saliera de mi garganta, lo intenté varias veces pero la voz no mejoraba. Entre mis gritos ahogados sentí el colchón hundirse a mi lado y vi otro gato aparecer por detrás, rápido,  y en dirección hacia la puerta. Los dos gatos que desaparecían en una pequeña cocina abierta de forma perpendicular a la entrada se trasformaron en 3 gatos oscuros y escurridizos que llenaban mi sueño mientras mi familia seguía durmiendo. En ese momento desperté, desperté por segunda vez pero en esta ocasión a la tranquilidad de mi propia habitación, una claridad prístina rayos lumínicos, de una mañana soleada, por las rendijas de la persiana.

En ese estado de conciencia aletargado, alterado y todavía afectado por el miedo y la oscuridad comencé a leer El profesor de ultratumba. Bruno «La roca» me llevó a escenarios que conocía bien, por crecer en un barrio de casas bajas y por las novelas de terror que leí durante mi adolescencia.

Nuestro protagonista es un chico malo, pero de esos malos faltos de afecto, egocéntrico y prepotente. En resumidas cuentas, un niño mimado sin afecto, que se encuentra en una cruzada contra todo lo que se oponga entre él y el rugby. Esta cruzada se da particularmente en el campo escolar y específicamente contra su archienemigo, Jaime Espir, el profesor de literatura.

Luego de un año, con una guerra sin cuartel, el profesor ganó la batalla al conseguir que Bruno repitiera el curso. La tarde de la noticia La Roca volvió a su casa refunfuñando junto a sus enojados padres; Espir, en cambio, se relamía en su victoria personal de tal modo que no logró percatarse sobre una ambulancia que se dirigía hacia el mientras cruzaba la calle. Su muerte fue tan violenta como rápida y Bruno la sintió como una revancha personal.

Un año después, el niño se encontraba con un panorama similar, desagradable para todo mundo por la acumulación de bromas y malos tratos y docentes y al borde de una nueva repitencia. Sin embargo él no estaba interesado en cambiar nada por lo que necesitaba una solución creativa. Así, Bruno buscó opciones para aprobar sin estudiar. En esa búsqueda un ser misterioso lo guiará por un camino aparentemente casual hacia lo metafísico. A veces un pájaro, a veces objetos inanimados que oportunamente se mueven le darán las pistas para que el niño pergeñe un plan que le permita aprobar todos los exámenes con ayuda de espíritus convertidos en sus esclavos momentáneos.

Una vez eximido, y como los favores siempre deben pagarse, el niño estará obligado, celosamente perseguido, a afrontar una prueba de la que dependerá la suerte de su vida y su alma.
No olvidemos que en la infierno los picotazos, y la sombra, del cuervo son eternos.

Leí el libro en dos horas, agobiada por la presencia de gatos propios y cuervos ajenos; incómoda, a veces, con las actitudes de Bruno, atemorizada y expectante, otras, por aquella presencia invisible que rodeaba al niño. Cuando terminé mis manos estaban frias y mi frente húmeda, todavía no sé si fue el miedo o por el comienzo de gripe. Pero el sol invernal, que calentaba la ventana, me adormiló.

El profesor de ultratumba (2009)

Autor: Fabián Sevilla

Editorial: Albatros. Colección Ultracalavera.

Género: literatura infantil

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