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Reseña #996 y 3/4- Porque en la pieza pasan buenas cosas

Por Pablo Méndez

Una primera aproximación sobre Ciudad dormitorio (Crack-Up, 2020) de Damián Snitifker podría aventurar cierta morisqueta sociológica, más como experiencia de campo (quien escribe estas palabras ha pateado el asfalto conurbarense) que como abanico teórico lleno de probabilidades. Podría resumirse con una frase de pavoneo distópico: El conurbano bonaerense quedó fijado en la década del 90. Es decir, en la encrucijada cultural, en cualquier barrio que complementa pintorescamente la civilidad citadina de “la capital”, conviven los celulares y las redes sociales, con las radios pirata y los Dodge 1500. Porque en Ciudad Dormitorio todavía se aguza el oído para entender el sonido hipersónico del Compact Disc, los recitales punk se hacen en sociedades de fomento, los autos dinosaurios sobreviven aún, a pesar de aquel aluvión de extinción que provocó el Plan Canje en el final de siglo pasado. Pero sobre todo hay una forma de latencia, esa que imperaba en la década del fin de las ideas.

Los personajes se encuentran en una burbuja que nunca explota, transitan sus pasiones sin la convicción de los grandes sueños neoliberales, como minúsculas alteraciones de la vida monótona que estallan inadvertidas, como breves revoluciones invisibles, o para decirlos con propiedad psicoanalítica, revoluciones individuales e inconscientes. Novela que rescata el impulso visual del Nuevo Cine Argentino con un soundtrack que va del rock a la cumbia y que suscribe a lo que muchos melómanos pregonan con entusiasmo: la buena música terminó en los años del “nervermind”. 

Las situaciones transcurren sin cruzar los límites de una memorabilia  infranqueable, acotada bajo la dictadura de la nostalgia, escenas que inyectan momentos de épica suburbana: Julián escuchando junto a la tumba de su padre un partido del ascenso en una radio portátil; el jeque Omar Shane ofreciendo un show sorpresa en un boliche; un punkie destrozando el parabrisas de un patrullero. Esta historia deja una huella analógica que pone a prueba cualquier elocuencia digital. En cada página del libro hay referencias culturales: por supuesto la música, pero también la literatura y el cine. El escenario, sea una plaza o el almacén (casi caducos hoy en día), funciona como un personaje más; estrecha relación que fundamenta la historia, la relación de los personajes con su territorio.  

A modo de conclusión algunas consideraciones: esta novela sube la vara de lo que una trama del conurbano se refiere; en una de las solapas del libro hay un código QR que lleva al lector a una playlist de Spotify para que la experiencia de lectura sea completa; la edición es otro punto a resaltar: el diseño de tapa y los gráficos interiores simulan la estética de revistas del estilo de Segundamano o Mecánica Popular, lo que ofrece otro nivel de significación; el relato se ve autenticado por el despliegue existencial de los personajes, sin la intervención de ningún artificio foráneo: lo que pasa en el barrio, queda en el barrio, y en este libro.

Damián Snitifker ha publicado los libros de relatos Veinte minutos antes de dormir (Madera Noruega, 2011), Alguien iba a tener que limpiar todo esto (A Pasitos del fin de este mundo, 2014) y Todas mis mascotas muertas (Dagas del Sur, 2016). Ciudad dormitorio es su primera novela.

Ciudad dormitorio (2020)

Autor: Damián Snitifker

Editorial: Crack-Up

Género: novela

Complemento circunstancial sonoro: 

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