Por Marcelo Rubio
“La escribí durante un bloqueo literario” dice por teléfono Mariana Sonego. “Yo necesitaba hacer poesía, pero me salió esta novela”. En lo personal llegué a “Siete noches mudas” por casualidad, el libro estaba en una de las mesas del trabajo y al abrirlo encontré a esa madre en el jardín y a la pequeña niña que la ayuda con la ilusión de sembrar semillas en el pozo que han hecho. Pero en las manos maternas no hay otra cosa que palabras para enterrar. Con una prosa depurada Sonego construye un relato angustiante, utilizando la voz de una niña que crecer conforme se hace enorme el dolor, la muerte, la mentira de los años de plomo vividos en nuestro país. Una familia que vive practicando un plan de fuga por si un grupo de tareas llega a la casa. “Todos en esos años, de una u otra manera escuchábamos historias de lo que estaba pasando. No es posible que en aquellos tiempos no se haya advertido nada, otra cosa es no haberlo asumido” dice Mariana del otro lado de la línea, la escucho encender un cigarrillo.
Sonego se vale de monólogos, cuentos, relatos, diálogos y poesía para llevar adelante este libro. Es un repaso de lo ocurrido en los setenta con una mirada naif y con las heridas en carne viva. “Hace tiempo que nadie oye a nadie. Andamos como ciegos, hundidos en el silencio, viéndonos sin vernos, oyéndonos sin escucharnos” es una de las frases que golpea duro en la novela. Los capítulos son cortos, muchos de ellos funcionan a la perfección como unidades independientes.
“Acá siempre está el cielo gris, como si al sol no le gustar lo que ve cuando se asoma, o como si quisiera recordarnos otros soles que no supimos conseguir” “No busques más, hermanito. No es a mí a quien tenés que buscar. No sé por qué te resistís a entenderlo. Ya nada podés encontrar de mí. Lo que podías encontrar de mí no es lo que te gustaría hallar”
Lo malos son conejos que se comen todo en aquel jardín literario, la niña protagonista nos toma de la mano y nos conduce por ese laberinto de terror, nos convida con un miedo cocinado entre la mentira y las ausencias. Hay humor por momentos, hay ironía pura, hay dolor y tristeza. “Durante los noventa quisieron callar la historia, luego vivimos esa euforia de la década donde se logró poner al frente, una vez más, este tema y juzgar a quienes fueron responsables. Ahora damos pasos para atrás, desde el poder hay quienes se muestran felices de volver a instalar la oscuridad y el silencio” dice Mariana. Su novela es un grito que nos despabila y alerta sobre el peligro de quedarnos con la palabra prohibida, e instalar una noche eterna.
Siete noche mudas (2011)
Autora: Mariana Sonego
Editorial: Vinciguerra
Género: novela